En el oeste de Neuquén, la familia Ancafil ha logrado transformar su negocio familiar en un fenómeno gastronómico que atrae a clientes de todo el Alto Valle. El 44 Resto Bar, ubicado en la intersección de las calles Godoy y Río Caleufú, se ha convertido en un punto de referencia gracias a su oferta culinaria única y su ambiente acogedor.

El negocio comenzó como una verdulería en homenaje al submarino Ara San Juan y sus 44 tripulantes. Posteriormente, la familia incursionó en el rubro gastronómico con un food truck en la Autovía Norte, donde vendían tortas fritas y choripanes. Con el tiempo, decidieron dar un salto y abrir el 44 Resto Bar, enfrentando desafíos económicos y logísticos que lograron superar con esfuerzo y dedicación.

El plato estrella del bar es el sándwich "El Misil", que mide 60 centímetros y está diseñado para compartir en familia. Este producto, junto con otros como las milanesas XXL, pizzas de un kilo y la famosa "Ñoquera", ha sido clave para el éxito del negocio. Todos los platos se preparan en horno de barro, lo que les da un sabor único y casero.

Federico Ancafil, líder del emprendimiento, destaca que el bar busca ofrecer un ambiente familiar y accesible, donde los clientes se sientan como en casa. "Lo mío siempre fue hacer algo contundente, barato para la familia", afirma. Además, el negocio ha ayudado a cambiar la percepción del oeste neuquino, una zona que históricamente ha sido estigmatizada.

El 44 Resto Bar también se ha convertido en un lugar para celebraciones, incluyendo cumpleaños, donde la familia regala tortas caseras elaboradas por emprendedoras locales. Con un equipo de 15 empleados, muchos de ellos jóvenes del barrio, el bar fomenta un ambiente laboral positivo y de aprendizaje.

El éxito del negocio ha llevado a la familia a planear nuevas expansiones, como la instalación de una parrilla en la terraza y la incorporación de platos de trucha. "Siempre buscamos adaptarnos a lo que la gente quiere", señala Federico.

El 44 Resto Bar no solo es un ejemplo de éxito empresarial, sino también un símbolo de esfuerzo y superación. La familia Ancafil ha demostrado que, con trabajo duro y dedicación, es posible transformar un sueño en realidad, contribuyendo al desarrollo de su comunidad y dejando una huella en la gastronomía local.