El fallecimiento del Papa Francisco ha generado una profunda conmoción en Argentina y el mundo. En el Vaticano, miles de fieles y líderes políticos asistieron a su funeral, mientras que en Buenos Aires se llevaron a cabo diversas ceremonias en su honor, incluyendo una misa multitudinaria en la Catedral Metropolitana.

La vicepresidenta de Argentina, Victoria Villarruel, participó activamente en los homenajes. En la Nunciatura Apostólica, firmó un mensaje de despedida en el libro de condolencias, destacando el legado del Papa como un ejemplo de amor, trabajo y entrega hacia Dios y los argentinos. "No pierdo la alegría como me aconsejaste", escribió en una posdata, recordando un consejo personal del pontífice.

En la Basílica de San José de Flores, lugar emblemático en la vida del Papa Francisco, se celebró una misa encabezada por el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva. Durante la ceremonia, el arzobispo destacó el legado del Papa, llamando a la unidad y a vivir su mensaje de amor y justicia social. Sin embargo, la presencia de Villarruel en este evento no estuvo exenta de controversias. A la salida, fue abucheada por un grupo de asistentes, quienes expresaron su descontento con cánticos y gritos.

El gobierno argentino decretó siete días de duelo nacional en honor al Papa, reflejando la importancia de su figura para el país. En paralelo, se realizaron peregrinaciones y actos religiosos en distintos puntos de Buenos Aires, incluyendo la Catedral Metropolitana y la Basílica de San José de Flores. Estos eventos reunieron a miles de personas, entre ellas líderes políticos y representantes diplomáticos.

El Papa Francisco, nacido como Jorge Mario Bergoglio en Buenos Aires, fue una figura influyente tanto en la Iglesia Católica como en la política global. Su papado estuvo marcado por un enfoque en la justicia social, la unidad y la lucha contra la pobreza. Su legado sigue siendo un punto de unión y reflexión para muchos, aunque también genera divisiones en ciertos sectores de la sociedad argentina.

Mientras el país continúa rindiendo homenaje al Papa, las reacciones reflejan tanto el respeto hacia su figura como las tensiones políticas internas. La despedida de Francisco no solo marca el final de una era para la Iglesia Católica, sino también un momento de introspección para Argentina y su relación con uno de sus hijos más ilustres.