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28 de septiembre de 2025
Salud
Carmen de Patagones

“¿Qué hiciste, pibe?”: el relato del autor de la masacre escolar de Carmen de Patagones después de abrir fuego y matar a tres compañeros

• Masacre escolar en Carmen de Patagones (2004): 3 muertos, 5 heridos graves • Violencia familiar y acoso escolar, clave en el caso • Autor declarado inimputable y bajo tratamiento psiquiátrico • Debate sobre salud mental y seguridad escolar 🇦🇷

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El 28 de septiembre de 2004, la ciudad de Carmen de Patagones fue escenario de una tragedia que marcó un antes y un después en la historia escolar argentina. Rafael Juniors Solich, de 15 años, ingresó al aula de primer año del polimodal en la escuela Islas Malvinas y abrió fuego con la pistola Browning 9mm de su padre, suboficial de Prefectura Naval. En cuestión de segundos, mató a tres compañeros: Sandra Nuñez, Evangelina Miranda y Federico Ponce, y dejó gravemente heridos a otros cinco estudiantes.

La investigación posterior reveló que Solich sufría violencia física y psicológica por parte de su padre, además de ser víctima de acoso escolar desde la infancia. "Se me nubló la vista y tiré", relató el joven ante la jueza Alicia Ramallo, quien lo declaró inimputable por su edad y ordenó su internación en instituciones psiquiátricas. Los diagnósticos incluyeron esquizofrenia y trastornos de personalidad, y el seguimiento judicial y médico se mantiene hasta hoy, con controles periódicos debido a su peligrosidad para sí mismo y para terceros.

El caso generó un profundo debate en la sociedad argentina sobre la prevención de la violencia escolar, la atención a la salud mental de adolescentes y el acceso a armas en los hogares. La comunidad educativa exigió mayores medidas de seguridad y protocolos de intervención, mientras que los profesionales de la salud mental discreparon sobre el diagnóstico y tratamiento adecuado para Solich.

A más de dos décadas del hecho, la masacre de Carmen de Patagones sigue siendo objeto de análisis en medios y literatura especializada, y su impacto se refleja en cambios normativos y en la conciencia social sobre la importancia de abordar integralmente la violencia juvenil y la salud mental en el ámbito escolar.