En Buenos Aires, la llegada de diciembre marca el inicio de una tradición que trasciende generaciones: la búsqueda del pan dulce perfecto. Este año, la competencia entre Plaza Mayor y Las Violetas, dos de las confiterías más emblemáticas de la ciudad, vuelve a captar la atención de porteños y turistas.

Plaza Mayor, ubicada en el barrio de Monserrat, es famosa por su pan dulce artesanal, cuya receta familiar se mantiene inalterada desde 1985. El producto, vendido exclusivamente de manera presencial y en horarios restringidos, alcanza un precio de $36.000 el kilo. La demanda es tal que las filas pueden extenderse por varias cuadras y, en algunos casos, el pan dulce se revende en internet a valores superiores a los $40.000. "La receta es el secreto familiar mejor guardado", afirma Federico Yahbes, actual gerente y heredero de la tradición, quien destaca la importancia de utilizar ingredientes de primera calidad y respetar la fórmula original.

Por su parte, la Confitería Las Violetas, en el barrio de Almagro, ofrece su pan dulce a $37.800 el kilo, con opciones más pequeñas disponibles. Fundada en 1884, Las Violetas es reconocida tanto por su arquitectura histórica como por la calidad de sus productos. El maestro pastelero del local subraya que el secreto está en la selección de las mejores nueces, almendras y castañas, y en la elaboración artesanal que distingue a cada pieza.

Ambos establecimientos se han convertido en símbolos de la Navidad porteña, atrayendo a clientes fieles y nuevos curiosos cada año. La rivalidad entre Plaza Mayor y Las Violetas alimenta el debate sobre cuál ofrece el mejor pan dulce, mientras que la tradición y el sabor siguen siendo los verdaderos protagonistas de la temporada.

Más allá de la competencia, el pan dulce representa un ritual de encuentro y celebración, uniendo a familias y amigos alrededor de la mesa. Tanto Plaza Mayor como Las Violetas mantienen viva la esencia de la Navidad en Buenos Aires, combinando historia, calidad y pasión por la gastronomía local.