El “lado B” de tener un nombre único en Argentina: “Estuve sin DNI durante meses hasta que un juez habilitó mi inscripción”
• Un joven de Banfield, único argentino llamado Coven, relata su historia • Su nombre, legado familiar, requirió intervención judicial para ser aceptado • El caso refleja la diversidad y desafíos de los nombres únicos en Argentina 🇦🇷



Coven Marchetti, un joven de 27 años oriundo de Banfield, provincia de Buenos Aires, es el único argentino registrado con el nombre "Coven". Su historia comenzó mucho antes de su nacimiento, cuando su bisabuelo, tras escuchar el apellido de un inmigrante, decidió utilizarlo como nombre propio para su hijo, el abuelo de Coven. Sin embargo, la tradición familiar se vio interrumpida en la siguiente generación, hasta que el padre de Coven decidió rescatar el nombre para su hijo en 1998.
El proceso de inscripción no fue sencillo. Al no figurar en ninguna lista oficial y con el antecedente familiar fallecido, los padres de Coven debieron recurrir a la Justicia. Un juez elaboró un documento con diez ítems justificativos, entre ellos la facilidad de pronunciación y la ausencia de connotaciones ofensivas, para autorizar el uso del nombre. Durante dos meses, Coven fue un bebé sin documento oficial hasta que finalmente la resolución judicial permitió su inscripción.
A lo largo de su vida, Coven ha enfrentado situaciones insólitas y comentarios por su nombre poco común. "Me miraban esperando que dijera el nombre de verdad. Me pasa seguido, aunque ya aprendí a tomármelo con humor", relató. Incluso en la escuela, sus compañeros dudaban de la veracidad de su nombre, lo que generaba curiosidad y anécdotas familiares.
Actualmente, Coven trabaja en la Unidad Funcional de Defensa Nº 26 de Ezeiza, brindando asesoramiento jurídico en el fuero penal. Aunque su nombre lo distingue, no planea repetirlo en sus futuros hijos para evitar confusiones. "Es parte de mi historia y de la de mi familia. Cada vez que me preguntan, me da la oportunidad de contarla", concluyó.
El caso de Coven refleja la diversidad y creatividad en la elección de nombres en Argentina, donde existen más de 29.000 nombres únicos registrados entre 1925 y 2015. Sin embargo, también pone en evidencia los desafíos burocráticos que pueden enfrentar quienes portan nombres poco convencionales, invitando a reflexionar sobre la relación entre identidad y administración pública.