Miles de trabajadores se movilizaron el jueves 18 de diciembre en Buenos Aires para manifestar su rechazo a la reforma laboral impulsada por el gobierno de Javier Milei. La convocatoria, liderada por la Confederación General del Trabajo (CGT), reunió a sindicatos, movimientos sociales y partidos políticos en la Plaza de Mayo, donde se realizaron discursos críticos contra el proyecto oficial.

La reforma laboral propone cambios en las condiciones de contratación, el sistema de indemnizaciones, las contribuciones patronales y la regulación de la actividad sindical. Los líderes sindicales advirtieron que la iniciativa representa un retroceso en los derechos laborales y amenazaron con la posibilidad de un paro general si el gobierno no introduce modificaciones sustanciales al texto.

"Estamos viviendo un proceso económico y político que va en contra de los intereses de los trabajadores", expresó Cristian Jerónimo, uno de los secretarios generales de la CGT, durante el acto central. Jorge Sola, también integrante del triunvirato sindical, calificó el proyecto como "un ataque a la libertad y al patrimonio de los trabajadores". La protesta contó con la presencia de referentes políticos opositores, como el gobernador bonaerense Axel Kicillof, quien afirmó que "esta reforma laboral no tiene un solo elemento que beneficie a los trabajadores".

La movilización transcurrió sin incidentes graves, lo que fue destacado por los organizadores, quienes temían la presencia de infiltrados que pudieran generar disturbios. La CGT celebró la postergación del debate parlamentario, anunciada por la senadora oficialista Patricia Bullrich, quien confirmó que el proyecto será tratado en el Senado a partir del 10 de febrero de 2026. "Vamos a dejar el dictamen abierto a modificaciones y proponemos pasar el debate al 10 de febrero", declaró Bullrich durante el plenario de la comisión de Trabajo y Presupuesto.

Mientras tanto, sectores de la izquierda y el sindicalismo combativo criticaron la falta de una convocatoria a paro nacional inmediato y exigieron una movilización masiva el día que se debata la reforma en el Congreso. La CGT, por su parte, se mostró dispuesta a negociar cambios en el proyecto y a mantener la presión en las calles y en el ámbito legislativo.

El debate sobre la reforma laboral se inscribe en un contexto de tensión social y política, con antecedentes de movilizaciones masivas y huelgas generales ante intentos de flexibilización laboral en Argentina. El desenlace dependerá de las negociaciones entre el gobierno, los sindicatos y los legisladores, mientras la posibilidad de un paro general sigue latente.