El reciente cruce entre la expresidenta Cristina Kirchner y funcionarios del gobierno de Javier Milei reavivó el debate sobre la situación económica argentina, especialmente en torno a la fuga de dólares y la falta de inversiones. Kirchner, desde su prisión domiciliaria, publicó un mensaje en redes sociales donde denunció que “los dólares se van y las inversiones no llegan”, citando cifras oficiales que muestran una salida récord de divisas en mayo y un saldo negativo en la balanza de pagos.

La respuesta oficial no se hizo esperar. El secretario de Finanzas, Pablo Quirno, acusó al kirchnerismo de haber dejado al país con altos niveles de endeudamiento, inflación y pobreza, y calificó la gestión anterior como “chamanismo económico”. Quirno defendió el rumbo actual, asegurando que el gobierno de Milei logró un superávit financiero inédito y una reducción de la deuda en términos absolutos y relativos al PBI. Además, destacó el acuerdo con el FMI y la aprobación de proyectos de inversión privada bajo el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI).

El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, también intervino, ironizando sobre la información que recibe la expresidenta en prisión y subrayando que los indicadores económicos muestran una mejora en el consumo y el crecimiento del producto. Francos atribuyó la salida de dólares a la importación de bienes de capital, necesaria para la reactivación industrial, y defendió la estrategia de mantener el equilibrio fiscal.

Por su parte, Cristina Kirchner insistió en que el modelo económico actual está llevando al país a un “callejón sin salida”, con salarios deprimidos y un dólar planchado que, según ella, no logra atraer inversiones genuinas. La exmandataria advirtió sobre el impacto social del ajuste y la creciente deuda de los hogares para cubrir necesidades básicas.

El debate se produce en un contexto de crisis cambiaria, con dificultades para sostener las reservas y atraer inversiones, y en la antesala de un proceso electoral que profundiza la polarización política. Mientras el oficialismo responsabiliza a la gestión anterior por la situación actual, la oposición cuestiona la efectividad de las políticas de ajuste y advierte sobre sus consecuencias sociales. El enfrentamiento refleja la persistente división sobre las causas y las posibles salidas a la crisis económica argentina.