La relación entre el presidente Javier Milei y los gobernadores provinciales atraviesa uno de sus momentos más tensos desde el inicio de la gestión libertaria. En las últimas semanas, varios mandatarios provinciales han optado por sellar acuerdos electorales con La Libertad Avanza (LLA), como es el caso de Alfredo Cornejo en Mendoza, Leandro Zdero en Chaco y Rogelio Frigerio en Entre Ríos. Estos pactos, motivados en parte por la alta imagen positiva de Milei en sus distritos y la urgencia de sobrevivir políticamente, han generado críticas internas y la percepción de una rendición ante el oficialismo nacional.

En contraste, otros gobernadores, como Ignacio Torres en Chubut, han decidido provincializar la agenda y evitar acuerdos con LLA, convocando incluso a plebiscitos para fortalecer su autonomía. El peronismo, por su parte, intenta reorganizarse bajo nuevos sellos y estrategias, como el frente "Unidos Podemos" en Chubut y la posible candidatura de Juan Manuel Urtubey en Salta, buscando capitalizar el descontento y la fragmentación opositora.

El Senado se convirtió en epicentro de la disputa política tras la aprobación de leyes como el aumento a jubilados y la emergencia en discapacidad. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, denunció un supuesto "golpe institucional" impulsado por el kirchnerismo, mientras proliferaban mensajes violentos en redes sociales por parte de militantes libertarios. Sin embargo, la falta de acción oficial ante estos mensajes generó cuestionamientos sobre la selectividad en la aplicación de la ley y la protección de la convivencia democrática.

En paralelo, la justicia notificó al presidente Milei sobre el uso de su cuenta de X en casos de hostigamiento, sumando un nuevo frente de conflicto institucional. Analistas advierten que el aislamiento del presidente, la ruptura del diálogo con gobernadores y la distancia con su vicepresidenta podrían derivar en una crisis política de mayor envergadura si no se restablecen canales de negociación y consenso.

El escenario político argentino, marcado por la eliminación de las PASO y la polarización, obliga a los actores a redefinir estrategias y alianzas en un contexto de alta incertidumbre y fragmentación. El futuro inmediato dependerá de la capacidad de los líderes para superar las tensiones y evitar una escalada institucional que complique aún más la gobernabilidad.