El dólar minorista en Argentina alcanzó un nuevo récord en los primeros días de julio de 2025, impulsado por una fuerte demanda tras declaraciones del ministro de Economía, Luis Caputo. Durante un evento en la Universidad Austral, Caputo desafió a quienes sostienen que el tipo de cambio está atrasado, afirmando: "Comprá, no te la pierdas, campeón". Esta frase, interpretada como una invitación a dolarizarse, generó una reacción inmediata en el mercado.

En las jornadas siguientes, la cotización del dólar minorista superó los $1.245 y llegó a $1.260 en algunos bancos, el valor más alto desde la salida del cepo. El dólar blue y los financieros también se acercaron a estos niveles, reflejando la presión compradora tanto de ahorristas como de inversores institucionales. La liquidación de divisas del sector agroexportador, que alcanzó cifras históricas, no logró contener la suba, y consultoras advierten que el fin de la temporada alta de liquidación podría agravar la escasez de dólares en las próximas semanas.

El Gobierno, por su parte, defiende el esquema de tipo de cambio flotante y niega que exista un atraso cambiario. Caputo argumentó que el dólar argentino es más atractivo que otras monedas y que la política oficial busca evitar un traspaso brusco a precios que pueda recalentar la inflación. Sin embargo, informes de bancos internacionales como JP Morgan y consultoras locales advierten sobre la falta de un horizonte claro para el tipo de cambio y el riesgo de insostenibilidad externa.

El contexto preelectoral y el pago de aguinaldos han incrementado la demanda de divisas, mientras que la intervención oficial en el mercado de futuros y la posibilidad de tomar deuda externa para reforzar reservas son vistas como herramientas para contener la volatilidad. Analistas y economistas señalan que la situación actual recuerda a episodios de crisis cambiarias previas, aunque el Gobierno insiste en que las condiciones son diferentes debido al superávit fiscal y el crecimiento económico.

De cara a las próximas semanas, se espera que la volatilidad continúe y que el Gobierno deba decidir entre permitir una mayor fluctuación del tipo de cambio o intervenir de manera más directa para evitar un salto abrupto en la cotización. El desenlace dependerá en gran medida de la evolución de la oferta y demanda de divisas, así como de la confianza de los mercados en la política económica oficial.