A semanas de las elecciones legislativas de octubre, el gobierno de Javier Milei atraviesa una etapa de reconfiguración política marcada por derrotas parlamentarias y tensiones con aliados y gobernadores. Tras una política de "shock" que logró reducir la inflación a costa de fuertes recortes en jubilaciones, educación y empleo, el oficialismo enfrenta ahora un clima de moderación y realismo, alejándose de la euforia inicial.

En el Congreso, el gobierno sufrió una serie de reveses: la oposición logró aprobar mejoras en jubilaciones, financiamiento universitario y asistencia hospitalaria, entre otras iniciativas, con mayorías contundentes. Estas derrotas reflejan la pérdida de control político y territorial de La Libertad Avanza, que ya no cuenta con el apoyo de varios gobernadores que antes fungían como aliados funcionales. La formación de un bloque de cinco gobernadores y el ausentismo electoral, que ronda el 20%, configuran nuevas dinámicas en el escenario político nacional.

El presidente Milei, consciente del desgaste de su imagen y de la polarización creciente, ha prometido moderar su discurso y dejar de lado los insultos, en un intento por ampliar su base de apoyo. Sin embargo, la expectativa de recuperación económica persiste en la sociedad, a pesar del estancamiento de la actividad y la reciente suba del dólar. Encuestas recientes muestran que, aunque la mayoría de los argentinos considera la situación económica "mala", casi la mitad espera que mejore en los próximos meses.

El contexto político está marcado por la transición de un modelo de centro derecha institucional a uno centrado en la economía macro, con dificultades para consolidar un partido del consumo capitalista. La oposición busca capitalizar el malestar social y la debilidad del gobierno, mientras Milei apuesta a que una victoria en octubre le permita recuperar el impulso perdido. Analistas advierten que, si la economía no muestra signos claros de recuperación, la decepción podría instalarse tras las elecciones, poniendo en riesgo la gobernabilidad y la estabilidad política.

En este escenario, la sociedad argentina se encuentra dividida entre la esperanza de cambio y el temor a una nueva frustración, mientras el gobierno navega entre la épica de la confrontación y la necesidad de resultados concretos.