Argentina ha dado un paso significativo en su relación bilateral con Estados Unidos al iniciar el proceso para reincorporarse al Programa de Exención de Visa ([Visa Waiver Program](/entities/entity_1753855932759_141), VWP). El anuncio se realizó tras la visita oficial de la secretaria de Seguridad Nacional de EE.UU., Kristi Noem, quien mantuvo reuniones con el presidente Javier Milei y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Durante su estadía, Noem participó en actividades culturales y recorrió instalaciones estratégicas en Campo de Mayo, subrayando la importancia de la cooperación entre ambos países.

El acuerdo, presentado como un logro diplomático por el gobierno argentino, permitiría a los ciudadanos viajar a Estados Unidos por turismo o negocios hasta 90 días sin necesidad de visa. Sin embargo, el proceso de reincorporación es complejo y podría extenderse por más de un año, ya que Argentina debe cumplir con estrictos requisitos de seguridad, control fronterizo y emisión de pasaportes. Entre las condiciones impuestas por Estados Unidos se encuentra la posible instalación de agentes migratorios estadounidenses en territorio argentino para realizar controles previos a los viajes, una medida que ha generado debate sobre la soberanía nacional.

Actualmente, la tasa de rechazo de visas argentinas (8,9%) supera el límite del 3% exigido por el VWP, lo que representa un desafío adicional para la aprobación del ingreso. Argentina ya formó parte del programa entre 1996 y 2002, pero fue excluida tras la crisis económica y por políticas migratorias consideradas laxas por Estados Unidos. En la región, solo Chile integra actualmente el VWP.

El gobierno argentino sostiene que la medida fortalecerá la relación bilateral y facilitará los viajes y negocios. "Bajo el liderazgo de Javier Milei, Argentina se está convirtiendo en un aliado aún más fuerte de los Estados Unidos, más comprometido que nunca con la seguridad fronteriza de ambas naciones", afirmó Noem. Sin embargo, analistas y sectores políticos advierten sobre la posible pérdida de soberanía y los desafíos para cumplir con los requisitos estadounidenses. El sector turístico y empresarial ha recibido la noticia con optimismo, aunque persisten interrogantes sobre el impacto real y los plazos de implementación.

A futuro, el avance del proceso dependerá del cumplimiento de los estándares exigidos por Estados Unidos y de la evolución de la relación bilateral, en un contexto global de endurecimiento de las políticas migratorias.