El Alzheimer de inicio temprano, también conocido como precoz, es una forma poco común de esta enfermedad que afecta a personas menores de 65 años. Según datos de la Clínica Mayo, aproximadamente 110 de cada 100,000 adultos entre 30 y 64 años padecen esta condición, que representa entre el 5 y el 6% de los casos totales de Alzheimer.

Los factores de riesgo incluyen antecedentes familiares y, en menor medida, mutaciones genéticas específicas como APP, PSEN1 y PSEN2. Sin embargo, menos del 1% de los casos de Alzheimer están relacionados con estas mutaciones genéticas. El Dr. Lisandro Olmos, especialista en rehabilitación neurológica, explicó que los síntomas más comunes incluyen pérdida de memoria, trastornos del lenguaje y dificultades en el pensamiento analítico, los cuales suelen tener un impacto significativo en el ámbito laboral y personal.

El diagnóstico de esta enfermedad puede ser un proceso largo y complejo, ya que los síntomas iniciales pueden confundirse con otras condiciones como el estrés. La Fundación Pasqual Maragall señala que los síntomas varían ampliamente entre individuos, lo que dificulta aún más su identificación temprana. Por ello, los expertos recomiendan realizar un estudio médico completo para descartar otras causas y establecer un tratamiento adecuado.

Aunque el Alzheimer de inicio temprano no tiene cura, existen tratamientos que pueden ayudar a ralentizar su avance y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Estos incluyen medicamentos, actividad física, antioxidantes y entrenamiento cognitivo. Según Johns Hopkins Medicine, estas intervenciones pueden contribuir a mantener la función mental y controlar el comportamiento de los afectados.

El Dr. Olmos enfatizó la importancia de consultar a un neurólogo ante los primeros signos de deterioro cognitivo, especialmente si estos afectan las actividades sociales, familiares o laborales. "Es crucial un diagnóstico temprano para tomar decisiones importantes sobre cuestiones profesionales, financieras, legales o familiares", afirmó.

La comunidad médica continúa investigando para mejorar los tratamientos y la calidad de vida de quienes enfrentan esta enfermedad. Mientras tanto, el apoyo familiar y social sigue siendo fundamental para los pacientes y sus seres queridos.