Darío Lopérfido, ex secretario de Cultura de la Nación y figura central del ámbito cultural argentino, reveló recientemente que padece esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa que afecta gravemente la calidad de vida. Desde Madrid, donde reside junto a su familia, Lopérfido compartió su experiencia y reflexionó sobre la eutanasia, un derecho legal en España pero aún no regulado en Argentina.

En declaraciones a diversos medios, Lopérfido describió la ELA como una enfermedad que transforma radicalmente la existencia: “El Darío de antes de la enfermedad ya murió”, afirmó. Explicó que la progresión de la ELA le ha quitado los placeres físicos y lo ha llevado a considerar la eutanasia como una opción digna y liberadora. “No he decidido recurrir a ella todavía, pero saber que está a mi disposición me alivia. La eutanasia es la más liberal de las muertes”, expresó en un texto publicado en la revista Seúl.

El ex funcionario subrayó la importancia de la autonomía personal y el derecho a decidir sobre la propia vida, especialmente en situaciones de sufrimiento extremo. “Vivir es un derecho y no una obligación. No se puede obligar a nadie a vivir cuando la vida se convierte en una tortura”, sostuvo. Además, relató cómo la enfermedad ha impactado en su relación con su hijo y su familia, y cómo la posibilidad de acceder a la eutanasia en España le brinda tranquilidad.

En Argentina, el debate sobre la eutanasia permanece abierto. Existen al menos seis proyectos de ley en el Congreso, pero ninguno ha avanzado hacia su tratamiento. Encuestas recientes indican un amplio apoyo social a la legalización de la eutanasia, con cifras que superan el 70% en casos de enfermedades terminales. Sin embargo, la discusión legislativa se ve postergada por otras prioridades y la influencia de sectores religiosos que se oponen a la medida.

El testimonio de Lopérfido ha generado repercusión en la sociedad y entre especialistas, quienes destacan la necesidad de un debate profundo y respetuoso sobre el derecho a una muerte digna. Mientras tanto, Lopérfido continúa su vida en Madrid, abogando por la libertad de elegir cómo y cuándo morir, y contribuyendo a visibilizar una problemática que afecta a muchas personas en situaciones similares.