La interna en el Gobierno nacional argentino se intensificó en los últimos días, con una marcada disputa entre el asesor presidencial Santiago Caputo y los armadores políticos Martín y Eduardo "Lule" Menem. La tensión se centra en la estrategia electoral de La Libertad Avanza (LLA) y la relación con los gobernadores aliados, en un contexto donde la gobernabilidad y la aprobación de reformas clave están en juego.

El conflicto se evidenció tras la sesión del miércoles en la Cámara de Diputados, donde la oposición logró quórum con el apoyo de legisladores que hasta ahora habían sido aliados del oficialismo. Esta situación permitió avanzar con proyectos sensibles para el Gobierno, como el aumento de fondos para universidades y la declaración de emergencia pediátrica, y puso en evidencia la pérdida de respaldo de los gobernadores, quienes reclaman fondos y mayor participación en las listas electorales.

La disputa interna enfrenta dos visiones opuestas: por un lado, Caputo impulsa una estrategia de acuerdos amplios con fuerzas provinciales para garantizar la gobernabilidad y facilitar la aprobación de reformas estructurales en el Congreso. Por el otro, los Menem, respaldados por Karina Milei, apuestan por competir en todos los distritos con listas propias, priorizando la construcción de un partido "puro" y evitando pactos con la denominada "casta" política.

Esta falta de consenso ha generado malestar entre los gobernadores, quienes, al no recibir fondos ni lugares en las listas, han comenzado a distanciarse del oficialismo. "Hay varios que se inmolaron y nunca les pagamos. Es difícil ahora volver a pedirles y que cumplan", reconocen en el entorno presidencial. La situación es especialmente delicada en provincias como Corrientes, donde las exigencias de LLA frustraron posibles alianzas, y en otras donde la falta de incentivos amenaza con debilitar aún más el apoyo legislativo.

El oficialismo teme que esta crisis interna y la pérdida de aliados compliquen la defensa de vetos presidenciales y la aprobación de reformas clave, como la laboral, previsional y tributaria. Mientras tanto, el presidente Javier Milei mantiene una postura de equilibrio, sin intervenir abiertamente en la disputa, aunque en su entorno reconocen que la paciencia de los gobernadores no es infinita y que el riesgo de perder gobernabilidad es real.

De cara a las elecciones de octubre, el Gobierno espera mejorar su posición en el Congreso, pero la resolución de la interna y la capacidad de recomponer alianzas serán determinantes para el futuro de su agenda política y económica.