El mercado cambiario argentino experimentó una fuerte suba en la cotización del dólar minorista, que alcanzó los $1.260, el valor más alto desde la flexibilización del cepo en abril. El movimiento se produjo tras declaraciones del ministro de Economía, Luis Caputo, quien desafió a quienes sostienen que el dólar está barato con la frase: "Comprá, no te la pierdas, campeón". La reacción del mercado fue inmediata: ahorristas, fondos especulativos y exportadores aceleraron la demanda de dólares, generando una escalada en todas las cotizaciones, desde el oficial hasta el blue y los financieros.

Caputo defendió el esquema de flotación del tipo de cambio y negó la existencia de un atraso cambiario, argumentando que "el dólar se hizo pomada contra la mayoría de las monedas, salvo con la de Argentina". Sin embargo, informes de bancos internacionales como JP Morgan y consultoras locales advirtieron sobre la insostenibilidad del esquema y la presión creciente sobre el tipo de cambio, en un contexto de déficit de cuenta corriente y pagos de deuda próximos.

A pesar de una liquidación récord de divisas del sector agroexportador, que en junio superó los US$ 3.700 millones, la demanda privada de dólares se mantuvo elevada, impulsada por factores estacionales como el pago de aguinaldos y la cercanía de las elecciones. El Banco Central intervino en el mercado de futuros para contener la suba, destinando hasta US$ 2.000 millones en mayo, pero la tendencia alcista persistió.

El Gobierno busca evitar una devaluación antes de los comicios de octubre y espera un nuevo desembolso del FMI para fortalecer las reservas. Sin embargo, la incertidumbre sobre la capacidad de pago de la deuda y la comparación con crisis cambiarias previas generan preocupación en el mercado. Analistas prevén que la presión sobre el dólar continuará y podría intensificarse en los próximos meses, mientras el oficialismo insiste en que el tipo de cambio es competitivo y acusa a críticos de formar parte de un "club de devaluadores".