Jonathan Dayán Monsalve, un hombre de 40 años, falleció en Neuquén tras ser diagnosticado erróneamente con una contractura muscular cuando en realidad sufría un accidente cerebrovascular (ACV). El caso, que salió a la luz tras la denuncia de su familia, ha generado conmoción y reabierto el debate sobre la atención en emergencias médicas en la provincia.

El episodio comenzó el lunes 17 de noviembre, cuando Monsalve acudió al centro de salud del Parque Industrial con un cuadro de dolor de cabeza intenso, mareos y vómitos. Según el relato de su madre, Liliana Cid, en ese primer centro solo le tomaron la presión y lo enviaron a su domicilio sin realizar estudios adicionales. Ante el agravamiento de los síntomas, Monsalve decidió trasladarse por sus propios medios al hospital Castro Rendón, el principal de la provincia. Allí le colocaron suero, le realizaron análisis y le diagnosticaron una contractura muscular, recomendándole regresar a casa y tomar analgésicos.

La situación se tornó crítica al día siguiente, cuando Monsalve comenzó a transpirar de manera repentina. Su familia solicitó una ambulancia, y durante la atención en el domicilio, la médica de emergencias insistió en preguntar si el paciente consumía alcohol o drogas, algo que la familia negó reiteradamente. Monsalve fue trasladado nuevamente al hospital, donde ingresó por la denominada “zona roja” ya cursando un ACV severo. Fue intubado de urgencia y permaneció en coma hasta su fallecimiento el miércoles por la tarde.

La familia responsabiliza tanto al hospital Castro Rendón como al centro de salud del Parque Industrial y al personal del 107 por lo que consideran una cadena de errores y falta de diagnóstico oportuno. “Voy a ir caiga quien caiga”, expresó la madre, quien adelantó que iniciarán acciones legales y reclamó una investigación profunda sobre cada instancia de atención previa al fallecimiento.

Hasta el momento, el hospital no ha emitido un comunicado oficial sobre el caso, lo que ha generado preocupación y reclamos en la comunidad. El episodio vuelve a poner en evidencia la importancia de la detección temprana de los síntomas de ACV y la necesidad de fortalecer los protocolos y la formación del personal de salud para evitar desenlaces fatales. La familia insiste en que su reclamo busca evitar que otras personas enfrenten situaciones similares sin el diagnóstico ni la intervención adecuada en el momento crucial.