La política argentina vivió una semana de alta intensidad, marcada por el inicio de la campaña electoral en la provincia de Buenos Aires, donde el presidente Javier Milei se posicionó como figura central. En un acto en La Plata, Milei lanzó duras críticas contra el gobernador Axel Kicillof, a quien responsabilizó por la situación social y de seguridad en el conurbano bonaerense. El mandatario nacional también encabezó una cena de recaudación en Puerto Madero, reforzando su presencia en el territorio clave para las próximas elecciones del 7 de septiembre.

En paralelo, el Gobierno nacional vetó la ley de emergencia para Bahía Blanca, que había sido aprobada por el Congreso para asistir a la ciudad tras las inundaciones de marzo. El veto, formalizado por decreto, generó un fuerte rechazo de legisladores y autoridades locales, quienes señalaron la necesidad de fondos para la reconstrucción. El senador radical Maximiliano Abad calificó la medida como un "error político y jurídico", mientras que el intendente de Bahía Blanca insistió en la urgencia de los recursos.

El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, defendió la política de equilibrio fiscal del Gobierno y anticipó que se vetarán todas las leyes que comprometan el superávit. Francos protagonizó un episodio de tensión en el Senado, al abandonar una sesión tras un cruce con la senadora Cristina López, en medio de un clima crispado por la ratificación de la condena a Cristina Kirchner.

En el plano económico, el Fondo Monetario Internacional concluyó una misión técnica en Buenos Aires para revisar el acuerdo de facilidades extendidas. Las conversaciones fueron calificadas como "constructivas", aunque persisten desafíos en la acumulación de reservas y la balanza de pagos. El Gobierno anunció nuevas medidas, como la actualización de asignaciones familiares y jubilaciones, y ajustes en las retenciones a las exportaciones de granos.

El contexto social sigue siendo tenso, con sindicatos y organizaciones sociales anunciando protestas y acciones legales contra medidas de desregulación y reducción de estructuras estatales. El oficialismo, por su parte, sostiene que el ajuste y la desregulación son necesarios para el crecimiento y la estabilidad macroeconómica. La campaña electoral y la negociación de alianzas en Buenos Aires se perfilan como factores decisivos para el futuro político inmediato.