El PRO y La Libertad Avanza (LLA) formalizaron una alianza electoral en la provincia de Buenos Aires de cara a las legislativas del 7 de septiembre, en un movimiento que redefine el mapa político bonaerense. Mauricio Macri, líder del PRO, optó por mantenerse al margen de la negociación directa, delegando la interlocución en Cristian Ritondo y otros referentes, mientras se encontraba en Nueva York por compromisos internacionales.

La inscripción del frente conjunto fue anunciada en el Hotel Libertador, habitual búnker de campaña de Milei, con la presencia de Karina Milei y dirigentes del PRO. El acuerdo, que prioriza la identidad libertaria en nombre, logo y color, busca evitar una debacle electoral del PRO y enfrentar al kirchnerismo en el distrito más poblado del país. Sin embargo, la decisión generó tensiones internas, especialmente entre intendentes y sectores que temen la pérdida de autonomía y visibilidad del partido amarillo.

Fuentes cercanas a Macri aseguran que el expresidente comprendió la falta de margen para explorar alternativas tras la derrota en la Ciudad de Buenos Aires y la creciente polarización entre Milei y el kirchnerismo. "La mayoría quería acordar e ir en contra de eso era imposible. Siempre estuvimos en contra del kirchnerismo. Hay que aceptarlo y acompañar", señaló un allegado a Macri.

El PRO logró incluir un apoderado legal en el frente, lo que le permite salvaguardar sus intereses en la conformación de listas y bloquear decisiones unilaterales. No obstante, persisten dudas sobre el reparto de lugares y la posible marginación de intendentes macristas, mientras algunos sectores amenazan con rupturas si no se respetan los acuerdos internos.

El pacto ha sido criticado por sectores opositores y analistas, quienes señalan la contradicción entre el discurso anti-casta de Milei y la alianza con figuras tradicionales del PRO. "La consigna libertaria de eliminar los privilegios de la casta parece cada día más un relato vacío", opinó un columnista de Ámbito.

En este contexto, el PRO enfrenta una crisis de identidad y liderazgo, mientras Macri, aunque distante, monitorea el proceso y busca evitar una fractura interna. El desenlace de la negociación sobre las listas y la reacción de las bases serán determinantes para el futuro del partido y la coalición.