El triple femicidio ocurrido en Florencio Varela generó conmoción y debate en la sociedad argentina. Las víctimas, Lara Gutiérrez (15), Morena Verdi (20) y Brenda del Castillo (20), fueron halladas sin vida tras haber sido torturadas y asesinadas en una vivienda de la localidad bonaerense. La investigación avanzó rápidamente con la identificación de Tony Janzen Valverde Victoriano, alias "Pequeño J", un ciudadano peruano de 20 años señalado como el presunto autor intelectual del crimen.

Según fuentes policiales y judiciales, "Pequeño J" habría ordenado el asesinato como represalia por el supuesto robo de dinero y drogas, contratando sicarios para ejecutar el crimen. La principal hipótesis sostiene que el líder narco organizó la transmisión en vivo del asesinato a través de redes sociales, con el objetivo de enviar un mensaje de control y disciplina a miembros y rivales de la organización. "Dejó un claro mensaje con las muertes", señalaron fuentes del Ministerio de Seguridad bonaerense.

La investigación derivó en una serie de allanamientos en Buenos Aires y Bolivia, donde se logró la detención de Lázaro Víctor Sotacuro, uno de los sospechosos, en la ciudad de Villazón. Además, se emitieron pedidos de captura internacional para otros implicados, como Matías Agustín Ozorio, considerado mano derecha de "Pequeño J". Los detenidos enfrentan cargos de triple homicidio calificado por premeditación, alevosía, ensañamiento y violencia de género.

El caso puso en evidencia la extrema violencia ejercida por el crimen organizado y la vulnerabilidad de las víctimas, quienes se encontraban en contextos de precariedad social y, en algunos casos, de trabajo sexual. Organizaciones sociales y familiares de las víctimas se movilizaron bajo la consigna "Basta de femicidios, basta de matarnos, ¡todas las vidas importan!", reclamando justicia y visibilización de la violencia de género.

Expertos y referentes en derechos humanos subrayaron la importancia de investigar el caso bajo la figura de femicidio, conforme a los protocolos nacionales e internacionales que exigen perspectiva de género en muertes violentas de mujeres. El debate público se centró en la necesidad de reconocer la complejidad de estos crímenes, que involucran factores de clase, raza y género, y en la urgencia de políticas que aborden la protección de mujeres en territorios vulnerables.

El triple femicidio de Florencio Varela se convierte así en un símbolo de la lucha contra la violencia de género y la criminalidad organizada, y plantea desafíos para el Estado y la sociedad en la prevención y el abordaje integral de estos delitos.