Argentina y Estados Unidos se encuentran en la etapa final de un acuerdo comercial que promete marcar un hito en la relación bilateral. Según confirmó el canciller Pablo Quirno durante la cumbre del Mercosur en Brasil, el tratado está "prácticamente cerrado" y solo restan detalles logísticos y la coordinación de agendas para la firma oficial, prevista para comienzos de 2026.

El acuerdo, anunciado formalmente el 13 de noviembre, contempla la reducción de aranceles, la apertura de mercados agrícolas y el acceso preferencial para productos clave como acero, aluminio, carne, medicamentos y tecnología. Además, busca fomentar inversiones en sectores estratégicos y mejorar la competitividad de la economía argentina. "Somos muy optimistas de que es un acuerdo que se va a firmar prontamente y que va a traer muchísimos beneficios para todos", afirmó Quirno.

El proceso de negociación ha sido intenso y, aunque el gobierno argentino esperaba concretar la firma antes de fin de año, la agenda ocupada de Estados Unidos y la necesidad de ajustar detalles técnicos han postergado el acto. El presidente Javier Milei tiene previsto viajar a Estados Unidos para rubricar el acuerdo junto a su par estadounidense, Donald Trump, en un evento que busca simbolizar el nuevo alineamiento estratégico entre ambos países.

Sin embargo, parte del acuerdo requerirá la aprobación del Congreso argentino, especialmente en lo relativo a propiedad intelectual y cambios legales. "No hay ninguna duda de que hay partes que tienen que ir al Congreso porque sin la intervención del Congreso sería imposible instrumentarlas", señalaron fuentes oficiales. La oposición, principalmente desde el kirchnerismo, reclama mayor transparencia y acceso a la "letra chica" del pacto.

Desde el sector empresarial, se reconoce la oportunidad que representa el acuerdo, aunque se advierte sobre los desafíos que enfrentará la industria local para adaptarse a un entorno más competitivo. Analistas estiman que el proceso de adaptación podría llevar entre seis y ocho años, y subrayan la necesidad de reformas estructurales en áreas como infraestructura, carga tributaria y legislación laboral.

El acuerdo se produce en un contexto de apertura comercial y desregulación impulsado por el gobierno de Milei, en contraste con el estancado tratado Mercosur-Unión Europea. La relación bilateral con Estados Unidos atraviesa un momento sin precedentes, con expectativas de que la integración económica impulse el crecimiento y la modernización de la economía argentina. Las próximas semanas serán clave para la definición y firma del acuerdo, que podría redefinir el perfil exportador del país y su inserción en el comercio global.