La inflación en Argentina alcanzó en mayo de 2025 su nivel más bajo en cinco años, con un índice mensual del 1,5%, según datos oficiales del INDEC. Este resultado, celebrado por el Gobierno, se atribuye a una combinación de políticas de restricción monetaria, equilibrio fiscal y estabilidad cambiaria, que han permitido contener el alza de precios en un contexto históricamente inflacionario.

El Ministerio de Economía destacó que la desaceleración inflacionaria se logró sin una disparada del dólar, incluso tras el levantamiento parcial de restricciones cambiarias. "La política de equilibrio fiscal y restricción monetaria es fundamental para la estabilidad de los precios", señalaron fuentes oficiales. Además, la postergación de aumentos en tarifas de servicios públicos y la caída de precios en productos estacionales, como la lechuga y la papa, contribuyeron a la baja del índice de precios al consumidor.

Sin embargo, analistas privados y consultoras advierten que la baja inflación se da en un contexto de contracción del consumo y caída de salarios reales. "La moderación del aumento de precios está vinculada principalmente a la caída del consumo masivo, derivada de la contracción de salarios y jubilaciones", explicó Guido Agostinelli, economista de la UBA. Otros especialistas señalan que la estrategia antiinflacionaria del Gobierno, basada en anclas cambiarias, monetarias y fiscales, conlleva elevados costos sociales y económicos, y su sostenibilidad depende de factores externos como la estabilidad del dólar y la acumulación de reservas.

Las proyecciones para los próximos meses son cautelosas. Si bien el Gobierno aspira a mantener la inflación mensual en torno al 1%, consultoras privadas prevén que podría repuntar levemente en junio y julio debido a factores estacionales y ajustes de tarifas. El consenso de mercado estima una inflación anual entre el 18% y el 28% para 2025.

En el trasfondo, persisten interrogantes sobre el impacto social de la política económica, la falta de una política de ingresos y la vulnerabilidad ante shocks externos o electorales. Mientras tanto, el Gobierno apuesta a que la estabilidad cambiaria y el control fiscal permitan consolidar la tendencia a la baja, aunque los analistas advierten que el desafío será sostenerla sin profundizar el deterioro social.