El Hospital Garrahan, el principal centro pediátrico de alta complejidad de Argentina, enfrenta una crisis que ha puesto en evidencia las tensiones entre los trabajadores de la salud y el gobierno de Javier Milei. Los médicos residentes, que cobran menos de $800,000 por más de 60 horas semanales de trabajo, han iniciado protestas para exigir mejores condiciones laborales y salariales.

El conflicto comenzó con denuncias sobre los bajos salarios y escaló con paros y manifestaciones. Los residentes, que dependen directamente del Ministerio de Salud, han señalado que sus ingresos están por debajo de la línea de pobreza y que las condiciones laborales son insostenibles. "Se llegó a un punto de inflexión. La situación no da para más," afirmó un médico residente.

La respuesta del gobierno ha sido ambigua. Aunque se prometió un aumento salarial para equiparar los ingresos de los residentes con los de sus pares en la Ciudad de Buenos Aires, la implementación del ajuste ha sido confusa. En lugar de asignar los fondos directamente desde el Ministerio de Salud, se decidió que el hospital sería el encargado de gestionar los recursos. Esta medida ha generado incertidumbre sobre el mecanismo jurídico que se utilizará y si el aumento será parcial o total.

Javier Milei y otros funcionarios han atribuido el problema a "ñoquis" y a la herencia del kirchnerismo, mientras que los trabajadores del hospital denuncian falta de recursos y gestión ineficiente. "No queremos financiar ineficiencias. La plata está, los recursos están, queremos que lleguen a donde tienen que llegar," declaró Cecilia Loccisano, viceministra de Salud.

El impacto de la crisis no se limita a los trabajadores. El Garrahan atiende al 40% de los niños con cáncer en el país y es el único hospital con radioterapia pública en Argentina. La Asociación de Profesionales y Técnicos del Garrahan ha reclamado en el Congreso una ley de financiamiento que blinde económicamente al hospital.

El conflicto en el Garrahan es solo uno de los frentes abiertos en el sistema de salud pública. Ajustes presupuestarios también han afectado a sectores como la discapacidad, la ciencia y las universidades, generando protestas y críticas hacia las políticas del gobierno. En este contexto, la crisis en el Garrahan se ha convertido en un símbolo de las tensiones entre las necesidades sociales y las políticas de ajuste económico.

Mientras las protestas continúan, el gobierno enfrenta el desafío de encontrar soluciones que satisfagan las demandas de los trabajadores y garanticen la calidad de atención en el principal hospital pediátrico del país. La situación pone de relieve la necesidad de un debate más amplio sobre el financiamiento y la gestión del sistema de salud pública en Argentina.