Las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires, previstas para el 7 de septiembre, se perfilan como un escenario clave para el futuro político nacional. El cierre de listas y la confirmación de candidaturas han puesto en evidencia la complejidad de las alianzas y la fragmentación de los espacios políticos, en un distrito que concentra el 37% del padrón electoral argentino.

Según la primera encuesta de CB Consultora Opinión Pública, el peronismo, bajo la alianza Fuerza Patria, muestra una amplia ventaja en la Tercera Sección Electoral, donde la vicegobernadora Verónica Magario lidera con un 46,5% de intención de voto, seguida por Maximiliano Bondarenko, de La Libertad Avanza (LLA) + PRO, con 27,7%. En la Primera Sección, sin embargo, la alianza LLA+PRO, encabezada por el intendente Diego Valenzuela, se impone con el 41,2%, superando al ministro Gabriel Katopodis (Fuerza Patria), que alcanza el 35,3%.

El crecimiento del padrón, que suma 14,3 millones de electores habilitados, y la baja participación registrada en comicios recientes —cercana al 50%—, son factores que añaden incertidumbre al resultado. La aparición de una tercera fuerza, Somos Buenos Aires, liderada por intendentes y dirigentes que se distancian tanto del kirchnerismo como de los libertarios, podría incidir en la fragmentación del voto y alterar el equilibrio de poder en la Legislatura bonaerense.

El armado de listas estuvo marcado por tensiones internas, especialmente en el peronismo, donde la unidad alcanzada entre el cristinismo, el kicillofismo y el massismo fue vista como un logro, aunque no exenta de críticas por la inclusión de candidaturas testimoniales. En la oposición, la integración del PRO con LLA generó debates sobre la hegemonía del espacio y la capacidad de absorción del electorado de centro-derecha.

Analistas y encuestadores coinciden en que la elección bonaerense será determinante para las aspiraciones presidenciales de Axel Kicillof y la consolidación de Javier Milei. Sin embargo, advierten que la apatía y el hastío con el gobierno nacional podrían traducirse en una baja participación, lo que sumado a la irrupción de terceras fuerzas, configura un escenario abierto y competitivo. El resultado en la provincia de Buenos Aires, tradicional termómetro político del país, será clave para definir el mapa de poder de cara a 2027.