Mar del Plata atravesó en los primeros días de julio de 2025 una crisis energética inédita, con un corte masivo de gas que afectó a miles de hogares, comercios, industrias y servicios esenciales en plena ola polar. Las temperaturas descendieron a valores mínimos históricos, lo que disparó la demanda y puso en evidencia la fragilidad de la infraestructura local.

El corte, que comenzó el miércoles 2 de julio, obligó a suspender las clases en todos los niveles, cerrar comercios gastronómicos, estaciones de GNC y limitar el funcionamiento de centros deportivos y culturales. El municipio, a través de un Comité de Crisis, priorizó el abastecimiento a hospitales, geriátricos y centros de salud, mientras que la empresa distribuidora Camuzzi desplegó más de 150 técnicos para realizar la reconexión casa por casa, un proceso lento y laborioso que continuó durante varios días.

La causa principal del corte fue la baja presión en la red, atribuida tanto a la altísima demanda por las bajas temperaturas como a problemas estructurales en la infraestructura, especialmente la paralización de la Planta Compresora de Las Armas, una obra clave para garantizar el suministro en la región. El debate político se intensificó, con funcionarios provinciales y municipales, gremios y sectores de la oposición responsabilizando al gobierno nacional y a la empresa Camuzzi por la falta de inversión y de personal operativo.

"No podemos quedarnos sin gas por tres, cuatro días de frío en la mitad de la Argentina. No es un problema de financiamiento, es un problema de planificación", advirtió Gabriel Katopodis, ministro de Infraestructura bonaerense. Desde la empresa Camuzzi, en tanto, se explicó que los cortes fueron automáticos por seguridad y se pidió a los vecinos no intentar reconectar el servicio por su cuenta.

El restablecimiento del servicio comenzó el jueves 3 de julio, con más de 2.700 domicilios reconectados y cuadrillas trabajando en toda la ciudad. Sin embargo, el episodio dejó al descubierto la vulnerabilidad del sistema energético local y reavivó el debate sobre la necesidad de inversiones y planificación a largo plazo para evitar futuras crisis, especialmente ante fenómenos climáticos extremos.