En la antesala de las elecciones legislativas de octubre de 2025, el gobierno de Javier Milei atraviesa una etapa de alta tensión política y económica. Tras una serie de derrotas parlamentarias, el oficialismo enfrenta el desafío de sostener su programa de ajuste y reformas en un contexto de creciente oposición y reconfiguración de alianzas.

Durante julio y agosto, el Congreso aprobó leyes clave como mejoras en jubilaciones, financiamiento universitario y asistencia al Hospital Garrahan, todas vetadas por el presidente. Estas votaciones, que contaron con mayorías inéditas, evidencian el giro de gobernadores y bloques opositores que hasta hace poco colaboraban con el oficialismo. La falta de acuerdos sobre la redistribución de fondos coparticipables y la decisión del gobierno de privilegiar candidatos propios en las listas nacionales han tensado aún más las relaciones políticas.

En respuesta, cinco gobernadores conformaron el llamado "Grito Federal", una alianza que busca mayor autonomía y contrapeso frente a la centralización del poder nacional. Este movimiento refleja el malestar por el ajuste fiscal y la exclusión de las provincias en la toma de decisiones clave. Analistas señalan que la matriz productiva argentina se reconfigura hacia sectores como petróleo, gas y minería, lo que impacta en el comportamiento electoral del interior y en la relación con el gobierno central.

A pesar de la baja de la inflación, lograda a través de recortes en áreas sensibles como educación, ciencia, infraestructura y empleo, la actividad económica muestra signos de estancamiento. El dólar subió 14% en julio y la pobreza descendió al 31,6% en el primer trimestre, la cifra más baja desde 2018, aunque persisten dudas sobre la sostenibilidad de la recuperación. El índice de confianza en el gobierno aumentó 4,9% en julio, pero la aprobación presidencial cayó 2,5% respecto al mes anterior.

En el plano político, Milei ha moderado su discurso, prometiendo dejar de lado los insultos para captar votantes más allá de su base libertaria. Sin embargo, la polarización entre "casta" y "orden macroeconómico" sigue marcando el clima electoral, junto con el ausentismo, que representa una minoría significativa y podría influir en los resultados.

La expectativa de recuperación económica sostiene al gobierno, pero el clima recesivo y la insatisfacción social por el ajuste fiscal plantean riesgos para la segunda mitad de la gestión. La oposición busca capitalizar este desgaste, mientras Milei apuesta a vestir de épica sus derrotas parlamentarias y a polarizar con el kirchnerismo en la campaña electoral.