La disputa por la herencia de Beatriz Sarlo, una de las intelectuales más influyentes de Argentina, ha escalado en los últimos días tras la presentación judicial de dos manuscritos atribuidos a la escritora. Melanio Alberto Meza López, encargado del edificio donde Sarlo residía en el barrio de Caballito, presentó estos documentos para reclamar la propiedad del departamento y la custodia de la gata Nini, mascota que pertenecía a la última pareja de Sarlo, Rafael Filippelli.

Los manuscritos, fechados en junio y agosto de 2024, serán sometidos a peritaje caligráfico para determinar su autenticidad. En uno de ellos, Sarlo habría dejado constancia de su voluntad de que Meza López quedara a cargo tanto del departamento como de la gata tras su fallecimiento. Sin embargo, el círculo íntimo de la escritora, conformado por amigos, colegas y la albacea de su obra, respalda la presentación de Alberto Sato, exmarido de Sarlo, como heredero legítimo. Sato y Sarlo se casaron en 1966 y, aunque vivían separados desde hace décadas, nunca se divorciaron.

El conflicto se intensificó cuando el juez Carlos Hugo Goggi, a cargo del Juzgado Civil 91, excluyó a Sato del proceso sucesorio, una decisión que fue apelada por los abogados del arquitecto. Mientras tanto, los allegados a Sarlo denunciaron la aparición en venta de parte de su patrimonio, como la valiosa colección de discos que compartía con Filippelli, lo que atribuyen a Meza López, único con acceso al departamento.

El archivo y la biblioteca de Sarlo fueron resguardados en el CeDInCi, cumpliendo su voluntad de preservar su legado intelectual. Sin embargo, la incertidumbre sobre el destino del resto de sus bienes persiste. Si la Justicia rechaza tanto el reclamo de Meza López como el de Sato, la Procuración General de la Ciudad de Buenos Aires podría intervenir por herencia vacante.

El caso ha generado diversas reacciones: mientras algunos allegados consideran posible que Sarlo haya legado el departamento al encargado, otros sostienen que la maniobra es ilegal. El círculo íntimo insiste en la necesidad de proteger el patrimonio cultural de la escritora y confía en que la Cámara revierta la exclusión de Sato, permitiendo la creación de una fundación para preservar su legado.