La Cámara de Diputados de la Nación se prepara para un recambio parlamentario que podría modificar el equilibrio de poder en el Congreso. El próximo 3 de diciembre, 132 nuevos legisladores prestarán juramento en una sesión preparatoria que también definirá las nuevas autoridades del cuerpo. Este proceso se da en un contexto de fuerte reconfiguración política, con La Libertad Avanza (LLA) sumando apoyos y el peronismo intentando evitar nuevas fugas.

En los últimos días, LLA incorporó a tres diputados radicales disidentes —Mariano Campero, Luis Picat y Federico Tournier—, conocidos como los “radicales con peluca” por su afinidad con el oficialismo libertario. Con estas incorporaciones, el bloque libertario alcanza entre 91 y 92 bancas, quedando a pocos escaños de Unión por la Patria, que tras recientes salidas se ubica en 95-96 diputados. Esta situación abre la posibilidad de que LLA se convierta en la primera minoría de la Cámara Baja, desplazando al peronismo de ese lugar clave para la dinámica legislativa.

El oficialismo nacional, por su parte, intensifica gestiones para sumar apoyos provinciales. El ministro del Interior, Diego Santilli, mantiene reuniones con gobernadores del norte, como Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y Raúl Jalil (Catamarca), en busca de asegurar el respaldo de sus diputados. Estas negociaciones son vistas como fundamentales para consolidar mayorías circunstanciales que permitan avanzar en la agenda legislativa del gobierno.

Mientras tanto, el peronismo enfrenta tensiones internas y busca evitar nuevas fragmentaciones, especialmente en provincias donde algunos legisladores evalúan distanciarse del bloque. La expresidenta Cristina Kirchner y otros referentes trabajan para mantener la unidad y evitar que la bancada se siga reduciendo.

El fenómeno de pases de legisladores entre bloques, conocido como “borocotización” o “transfugismo”, genera debate sobre la legitimidad de la representación y la autonomía de los diputados. Analistas señalan que la pluralidad actual en la Cámara obligará a negociaciones y alianzas para la aprobación de leyes clave, en un escenario sin hegemonía numérica de ninguna fuerza.

El recambio parlamentario y la elección de nuevas autoridades marcarán el inicio de una etapa de alta volatilidad política, donde la capacidad de construir consensos será determinante para el rumbo del Congreso y la agenda de reformas estructurales impulsada por el oficialismo.