El mercado cambiario argentino vivió una semana de alta volatilidad, marcada por la suba del dólar mayorista a $1.240, el valor más alto desde la implementación del nuevo régimen de bandas de flotación en abril de 2025. Este incremento, del 4,3% semanal, fue impulsado por la finalización de la temporada alta de liquidación de divisas del sector agropecuario, la creciente incertidumbre electoral y la recomendación de JP Morgan de desarmar posiciones en pesos.

El informe de JP Morgan, publicado el 27 de junio, sugirió a sus clientes tomar ganancias y salir del carry trade en activos en pesos, anticipando un escenario de mayor volatilidad. "Preferimos dar un paso atrás y esperar mejores niveles de entrada para volver a posicionarnos", señaló el banco. Esta advertencia se sumó a la preocupación por el déficit de cuenta corriente, que superó los US$5.000 millones en el primer trimestre, más del doble de lo proyectado por el FMI.

El Gobierno, por su parte, enfrenta el desafío de sostener la estabilidad cambiaria en un contexto preelectoral. Si bien cuenta con reservas reforzadas por un reciente crédito del FMI, la licitación del Tesoro del 25 de junio solo logró renovar el 59% de los vencimientos, lo que encendió alertas sobre la capacidad de refinanciar la deuda. Consultoras como PxQ anticipan que el Ejecutivo podría relanzar la baja temporal de retenciones, emitir deuda en moneda extranjera o intervenir directamente en el mercado para evitar saltos bruscos del tipo de cambio.

El mercado de futuros proyecta un dólar a $1.422 para fin de año, por debajo del techo de intervención oficial, mientras que analistas internacionales consideran que, aunque existen riesgos, no se vislumbra una crisis inminente. "En la previa de las elecciones los argentinos dolarizan, y los extranjeros lo saben", remarcan operadores en Wall Street, quienes también advierten que la sostenibilidad del esfuerzo de estabilización dependerá de la acumulación genuina de reservas y la capacidad de evitar shocks externos.

En este escenario, la estabilidad cambiaria se ha convertido en la principal carta electoral del Gobierno, que busca evitar un traslado a precios y mantener la desinflación como eje de su estrategia económica. Sin embargo, la combinación de menor oferta de divisas, tensiones fiscales y volatilidad política sugiere que la segunda mitad de 2025 será desafiante para el mercado cambiario argentino.