Reinaldo Wabeke, quien alcanzó notoriedad pública en 2007 tras casarse con Adelfa Volpes, una mujer 58 años mayor que él, volvió a ser noticia en Argentina al contraer matrimonio con Javier Elías Salazar, de 26 años. El enlace se celebró en la sede del Registro Civil de Coronda, Santa Fe, poco después de que Wabeke recuperara la libertad tras cumplir una condena de cinco años por transporte de cocaína.

La historia de Wabeke ha estado marcada por la exposición mediática y la controversia. Su primer matrimonio con Adelfa Volpes generó un intenso debate nacional sobre la diferencia de edad y la herencia, y tras la muerte de Volpes, Wabeke enfrentó disputas legales y problemas económicos. En 2010, protagonizó el primer matrimonio igualitario en la ciudad de Santa Fe, aunque esa relación terminó en divorcio durante su tiempo en prisión.

Durante su condena, Wabeke conoció a Javier Elías Salazar, con quien mantuvo una relación a distancia dentro del penal. "No vivimos nunca juntos en celda, él estaba de un lado y yo del otro. Es una amistad que hicimos, él salió antes que yo y me esperó hasta que salí. Me esperó cuatro años. Hablábamos por el teléfono público, no nos veíamos", relató Wabeke en una entrevista televisiva. Al salir de prisión, ambos decidieron formalizar su vínculo y comenzar una nueva etapa juntos.

Wabeke expresó su felicidad y agradecimiento por esta nueva oportunidad: "Me casé con el amor de mi vida, nos conocimos en la cárcel. Es una persona maravillosa, nunca quise a nadie como lo quiero a él". Además, manifestó su deseo de formar una familia y adoptar un hijo, buscando dejar atrás los años difíciles y enfocarse en el futuro.

El exesposo de Adelfa también reflexionó sobre sus experiencias en prisión, denunciando corrupción y mafia en el sistema carcelario, y compartió que atravesó momentos de miedo y problemas de salud. "De los errores se aprende y yo nunca más", afirmó, subrayando su intención de reintegrarse plenamente a la sociedad.

La cobertura mediática del evento ha resaltado la resiliencia de Wabeke y su capacidad para reinventarse tras años de adversidad. El caso sigue generando interés por su singularidad y por los debates sociales que ha suscitado en torno al amor, la reinserción y la exposición pública. El futuro de Wabeke y Salazar se proyecta en Santa Fe, donde planean construir una vida juntos lejos de los escándalos del pasado.