Las recientes declaraciones del ministro de Economía, Luis Caputo, encendieron la tensión en el mercado cambiario argentino. Durante un evento en la Universidad Austral, Caputo desafió a quienes sostienen que el dólar está barato, invitando a comprar la divisa con la frase: "Comprá, no te la pierdas, campeón". La reacción no se hizo esperar: en las siguientes horas, la demanda de dólares se disparó y la cotización alcanzó los $1.245 en el segmento minorista, el valor más alto del año.

El impacto de las palabras del ministro fue inmediato. El mercado, los fondos especulativos y los ahorristas respondieron saliendo de los pesos y posicionándose en dólares, lo que generó una mini corrida cambiaria. El dólar oficial tocó los $1.255 antes de cerrar en $1.245, mientras que el blue y los dólares financieros también subieron, reflejando la creciente incertidumbre. A pesar de la fuerte liquidación de divisas del sector agroindustrial, que en junio superó los US$ 3.700 millones, la presión sobre el tipo de cambio no cedió.

El Gobierno sostiene que el tipo de cambio es competitivo y que no existe atraso cambiario. Caputo acusó a empresarios, periodistas y analistas de formar parte de un "club de devaluadores" que, según él, busca desestabilizar la gestión. Sin embargo, informes de consultoras y bancos internacionales, como JP Morgan, advierten sobre la fragilidad del esquema y la intervención oficial en el mercado de futuros, donde el Banco Central habría vendido contratos por hasta US$ 2.000 millones en mayo para contener la suba.

El contexto preelectoral y el pago de aguinaldos incrementaron la demanda de dólares, mientras que la comparación con crisis anteriores, como la de 2018, genera preocupación en el mercado. Exfuncionarios como Domingo Cavallo critican la sobrevaluación del peso y alertan sobre los riesgos para la competitividad exportadora. Por su parte, analistas y consultoras señalan que la estabilidad del dólar es el principal ancla del programa de desinflación, pero advierten que la sostenibilidad del esquema depende de factores externos y de la confianza de los inversores.

En este escenario, el Gobierno enfrenta el desafío de mantener la estabilidad cambiaria en un año electoral, con un mercado atento a cada señal y a la evolución de las reservas. Las próximas semanas serán clave para definir si la política actual logra sostenerse o si se requerirán nuevos ajustes para evitar mayores tensiones.