Leonel Chiarella, actual intendente de Venado Tuerto, fue designado como nuevo presidente nacional de la Unión Cívica Radical (UCR), en un momento crítico para el histórico partido argentino. Con 37 años, Chiarella se convierte en el titular más joven en la historia de la UCR, asumiendo el liderazgo tras una gestión local reconocida por el equilibrio fiscal y la realización de obras públicas, y tras haber sido reelecto con más del 83% de los votos en su ciudad.

La asunción de Chiarella se produce en un contexto de profunda crisis interna y pérdida de representación legislativa para la UCR. Tras las elecciones legislativas de octubre de 2025, el bloque radical en la Cámara de Diputados quedó reducido a solo seis integrantes, el número más bajo en la historia centenaria del partido. Esta situación es resultado de un pobre desempeño electoral y de la migración de dirigentes hacia otros espacios políticos, como La Libertad Avanza y el PRO, lo que ha fragmentado aún más al radicalismo.

Chiarella, respaldado por gobernadores y referentes partidarios, expresó su compromiso de trabajar por una UCR "moderna, protagonista y cerca de la gente". En declaraciones recientes, subrayó la importancia de dejar atrás las disputas internas y enfocarse en la gestión y la cercanía con la sociedad. "El desafío es dejar de hablar de la rosca y empezar a hablar de lo que hacemos todos los días para resolver los problemas de la gente", afirmó.

El partido, que supo tener mayoría propia en Diputados en los años 80 y fue protagonista de la vida política argentina, enfrenta hoy una crisis de identidad y relevancia. Analistas señalan que la gestión de Martín Lousteau como presidente nacional contribuyó a la confusión interna y a la pérdida de peso político. La nueva conducción, encabezada por Chiarella, busca renovar la propuesta partidaria sin renegar de los principios históricos de la UCR, promoviendo una visión de Estado presente pero eficiente.

El bloque radical en Diputados, liderado por Pamela Verasay, mantiene un perfil bajo y se enfoca en temas regionales y económicos, mientras el partido intenta recomponerse y definir su rol en un Congreso polarizado. El futuro de la UCR dependerá de su capacidad para sintetizar las distintas corrientes internas y recuperar la confianza de la sociedad como alternativa de gobierno.