A menos de dos meses de las elecciones legislativas, el gobierno de Javier Milei enfrenta una coyuntura marcada por tensiones políticas, desafíos económicos y una sociedad expectante. Tras una rápida reducción de la inflación, el oficialismo ha debido afrontar el costo de recortes en áreas sensibles como jubilaciones, educación y empleo, lo que ha generado malestar y movilizaciones sociales.

En el Congreso, el gobierno sufrió una serie de derrotas, con la aprobación de leyes que mejoran las jubilaciones y financian la educación universitaria, entre otras iniciativas, todas vetadas por el presidente. Estas votaciones reflejan la consolidación de bloques opositores, incluidos gobernadores que hasta hace poco eran aliados funcionales de Milei. La falta de acuerdos sobre la redistribución de fondos coparticipables y la competencia electoral con candidatos propios han tensado aún más la relación entre la Casa Rosada y los mandatarios provinciales.

La estrategia oficialista se ha centrado en cerrar alianzas con el PRO y algunos gobernadores, especialmente en Buenos Aires y el interior, aunque persisten diferencias internas y resistencias en sectores del PRO. El discurso presidencial, enfocado en el equilibrio fiscal y la lucha contra la inflación, ha sido acompañado por advertencias sobre el riesgo de desestabilización si se aprueban leyes consideradas inconvenientes por el Ejecutivo.

A nivel social, las encuestas muestran una aprobación del gobierno cercana al 44%, superior a la de gestiones anteriores en el mismo tramo, aunque la percepción sobre la situación económica sigue siendo mayoritariamente negativa. Sin embargo, casi la mitad de los encuestados mantiene expectativas de mejora, lo que sostiene la base de apoyo oficialista.

El ausentismo electoral y la polarización entre kirchnerismo y antikirchnerismo continúan siendo factores clave en la dinámica política. Analistas señalan que Milei ha capitalizado el hartazgo social y la demanda de orden macroeconómico, pero enfrenta dificultades para transformar ese orden en crecimiento y consumo sostenido. El debate sobre reformas laborales, fiscales y previsionales será central en la segunda mitad del mandato, mientras la oposición busca reorganizarse y ofrecer alternativas.

En este contexto, la elección de octubre se perfila como un test crucial para el gobierno, que apuesta a consolidar su rumbo y evitar que la expectativa social se convierta en decepción. El resultado determinará no solo la composición del Congreso, sino también el futuro de las reformas estructurales y el modelo económico impulsado por Milei.