Jorge Labayru, exmayor de la Fuerza Aérea y piloto civil de Aerolíneas Argentinas, falleció este martes a los 95 años. Su vida estuvo marcada por un episodio singular durante la última dictadura militar argentina: una llamada telefónica que, según el testimonio de su hija Silvia, fue determinante para salvarle la vida mientras estaba secuestrada en la ESMA.

En marzo de 1977, Silvia Labayru, embarazada de ocho meses, fue obligada por sus captores en la ESMA a comunicarse con su padre. El represor Jorge "el Tigre" Acosta, posteriormente condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad, supervisó la llamada. Labayru, convencido de que hablaba con miembros de la organización Montoneros, lanzó insultos y se declaró abiertamente anticomunista y antimontonero. Esta reacción sorprendió a Acosta, quien interpretó que Labayru era afín al régimen militar, lo que influyó en la decisión de los represores de no ejecutar a Silvia.

La historia de la llamada, que Silvia y su padre conmemoraron durante años, fue relatada por la periodista Leila Guerriero en el libro "La llamada", obra que ha recibido reconocimientos tanto en Argentina como en España. Tras su liberación, Silvia se exilió en Madrid, donde Jorge Labayru la visitaba regularmente, apoyándola en su nueva vida.

El fallecimiento de Labayru ha generado diversas reacciones, especialmente de su hija, quien lo despidió en redes sociales resaltando su generosidad y protección. El caso vuelve a poner en primer plano el debate sobre la memoria, el rol de las familias y los sobrevivientes de la dictadura, así como la compleja red de relaciones y decisiones que marcaron aquellos años oscuros de la historia argentina.