El 13 de diciembre de 1985, un brutal asesinato conmocionó a la comunidad de Desamparados, San Juan. Rolando Javier Alfaro, un joven de 25 años, sufrió un brote psicótico que lo llevó a atacar y matar a su tío, Eliz Mario Ibáñez, en la casa familiar. Según los testimonios, el incidente comenzó con una discusión en la que el tío insultó y agredió físicamente a Rolando, quien reaccionó violentamente.

El ataque fue extremadamente violento. Rolando golpeó a su tío con una pala, causando fracturas en el cráneo, y luego lo apuñaló repetidamente con un cuchillo. A pesar de los intentos de su madre y hermana por detenerlo, el joven continuó hasta que el tío quedó sin vida. Posteriormente, Rolando intentó suicidarse, pero fue detenido por sus familiares y llevado al hospital para tratar una herida autoinfligida.

La investigación reveló que Rolando padecía esquizofrenia paranoica, una condición que había sido diagnosticada meses antes en Chubut, donde trabajaba en una fábrica textil. Su familia desconocía la gravedad de su enfermedad, aunque habían notado cambios en su comportamiento, como insomnio, aislamiento y episodios de agresividad. Además, se confirmó que había dejado de tomar su medicación días antes del incidente.

El juez encargado del caso, José Enrique Domínguez, determinó que Rolando era inimputable debido a su condición mental y ordenó su internación en el Hospital Colonia Dr. Emilio Vidal Abal, en Córdoba, para recibir tratamiento psiquiátrico. La sentencia destacó que el joven no tenía conciencia de la criminalidad de sus actos.

Este caso puso en evidencia la falta de atención psiquiátrica adecuada y el estigma asociado a las enfermedades mentales. Expertos señalaron la importancia de un diagnóstico temprano y acceso a tratamiento para evitar tragedias similares. La comunidad de San Juan quedó profundamente impactada por el incidente, que sigue siendo recordado como un ejemplo de las consecuencias de la falta de apoyo en salud mental.