Juan Domingo "Cascarita" Ramírez, de 51 años, falleció este jueves en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez de Rosario, tras permanecer dos semanas en estado crítico luego de ser atacado a balazos frente a su domicilio, ubicado en Rueda al 1800, frente al Hospital de Niños Víctor J. Vilela. El hecho ocurrió el 22 de julio, cuando un sicario en moto, simulando ser repartidor, le disparó ocho veces, alcanzándolo en el cuello y la mano. Ramírez, conocido por su pasado como integrante de la banda narco Los Monos y como referente de la barra brava de Newell's, había recuperado la libertad en junio tras cumplir una condena por narcotráfico y asociación ilícita.

El ataque se produjo apenas dos días después de que Ramírez fuera visto en el estadio Marcelo Bielsa como nuevo referente de la barra rojinegra, en un contexto de disputas internas por el liderazgo y el control de negocios ilícitos vinculados al fútbol y al narcotráfico. El barrio Hospitales, donde ocurrió el crimen, fue escenario de otra emboscada fatal apenas 48 horas antes, cuando Brian Figueroa, también vinculado a barras y actividades delictivas, fue asesinado a tiros tras asistir a un partido de Newell's.

Las investigaciones policiales señalan que Ramírez tenía antecedentes por lesiones, amenazas, hurto, portación ilegítima de arma de fuego y robo agravado, además de haber protagonizado una fuga mediática de la Jefatura de Policía de Rosario en 2014. Al momento del ataque, usaba tobillera electrónica y había estado en prisión domiciliaria hasta el 19 de junio. No hay detenidos por el crimen, y las autoridades analizan posibles conexiones con otros homicidios recientes en la ciudad.

El asesinato de Ramírez se inscribe en una larga serie de "crímenes selectivos" que afectan a Rosario desde hace más de una década, en el marco de la disputa entre bandas como Los Monos y Los Menores por el control territorial y de negocios ilícitos. El Estado ha intensificado los esfuerzos para combatir el crimen organizado, incluyendo la aplicación de la ley antimafia y el refuerzo de medidas de seguridad. Sin embargo, la persistencia de la violencia y el reacomodamiento de las organizaciones criminales generan preocupación en la sociedad rosarina, que reclama respuestas efectivas ante la compleja situación.