El gobierno de Javier Milei atraviesa su semana más difícil desde el inicio de su gestión, tras una contundente rebelión de los gobernadores en el Senado que desafía el núcleo de su modelo económico. En una sesión marcada por la ausencia de coordinación oficialista y la unidad inédita de las provincias, la Cámara alta aprobó leyes que incrementan el gasto en jubilaciones, restablecen la moratoria previsional y declaran la emergencia en discapacidad, además de modificar la distribución de fondos coparticipables y el impuesto a los combustibles.

Estas medidas, que según el Ejecutivo comprometen el superávit fiscal alcanzado tras severos recortes y despidos en el Estado, fueron interpretadas por el presidente Milei como un intento de desestabilización. "Quieren destruir al gobierno nacional", afirmó el mandatario, quien anunció que vetará las leyes y evalúa judicializarlas. La reacción oficial incluyó también acusaciones de traición a la vicepresidenta Victoria Villarruel por habilitar la sesión, y una renovada ofensiva comunicacional para minimizar el impacto de la derrota parlamentaria.

La crisis se gestó tras semanas de tensiones y descoordinación interna en el gobierno, sumadas a la falta de respuestas a los reclamos de fondos de las provincias. Los gobernadores, incluso aquellos que habían sido aliados, se unificaron en la demanda y vaciaron al presidente en el acto del 9 de Julio en Tucumán, evidenciando el deterioro de los vínculos políticos. El oficialismo perdió el control del Senado, con votaciones abrumadoras en su contra y la amenaza de que los vetos presidenciales puedan ser revertidos en Diputados.

El impacto no se limitó al plano político: la reacción de los mercados fue inmediata, con suba del dólar y caída de bonos y acciones, mientras analistas y grandes inversores internacionales advierten sobre el aumento del "riesgo político" y la fragilidad de la gobernabilidad. A pocos meses de las elecciones legislativas, la estrategia del gobierno parece centrarse en resistir hasta octubre, apostando a una victoria electoral que le permita recomponer fuerzas. Sin embargo, la incertidumbre crece y la sostenibilidad del plan económico queda en entredicho, en un escenario donde la confrontación política y la falta de consensos amenazan con profundizar la crisis.