El conflicto entre las empresas pesqueras y el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) alcanzó un nuevo punto crítico en la antesala de la temporada de langostino en Puerto Madryn. Ante la imposibilidad de alcanzar un acuerdo colectivo, las empresas decidieron avanzar con la firma de contratos individuales con los marineros, una medida que busca reactivar la actividad antes del 23 de julio.

La decisión empresarial surge tras meses de negociaciones fallidas, en las que el SOMU se mantuvo firme en su rechazo a cualquier reducción en la producción del marinero, considerada por el gremio como una condición innegociable. "Acá lo único que vale es la baja de la producción del marinero y eso es innegociable", afirmó Juan Navarro, secretario de Pesca del SOMU, quien también denunció presiones y extorsiones por parte de las empresas para forzar una baja salarial.

Por su parte, los empresarios sostienen que los nuevos contratos individuales representan una mejora salarial del 15% respecto al año anterior, con ajustes automáticos según el dólar y el precio del langostino. Fernando Álvarez, empresario del sector, aseguró que la mayoría de las tripulaciones están dispuestas a embarcarse bajo estas condiciones, aunque reconoció el temor de algunos marineros a posibles represalias sindicales. "Confío en mi gente, saben lo que van a cobrar y lo que van a buscar", expresó Álvarez, quien también destacó la urgencia de reactivar la actividad para evitar un año sin ingresos para los trabajadores.

Mientras tanto, el SOMU no descarta medidas de fuerza y advierte que solo los contratos bajo convenio colectivo tienen validez legal. César Zapata, secretario general de la seccional Madryn, enfatizó que la mayoría de los afiliados se mantiene firme en no firmar acuerdos individuales, aunque reconoció la presión económica que enfrentan los marineros.

En este contexto, la Agrupación "25 de Noviembre" pidió al sindicato mayor transparencia y la convocatoria a una asamblea informativa para definir los pasos a seguir. El conflicto, que se arrastra desde febrero, no solo pone en riesgo la temporada de pesca, sino que también impacta en la economía local y podría influir en las próximas elecciones sindicales.

La situación sigue siendo incierta, con barcos ya alistándose en el puerto y una comunidad expectante ante el inminente inicio de la temporada de langostino.