A diez años de la primera marcha de Ni Una Menos, miles de personas se congregaron en distintas ciudades de Argentina para exigir el fin de la violencia de género y recordar a las víctimas de femicidio. La movilización, que tuvo su epicentro en la Plaza del Congreso, reunió a organizaciones feministas, familiares de víctimas, trabajadores de la salud, jubilados y diversos sectores sociales.

El caso de Chiara Páez, la adolescente asesinada en 2015 en Rufino, Santa Fe, fue recordado como el hecho que impulsó la primera convocatoria. Fabio Páez, padre de la joven, expresó su dolor y pidió que la imagen de su hija no sea utilizada con fines políticos. "La frase ‘Ni una menos’ es muy fuerte para nosotros, los familiares de víctimas. Seguimos teniendo 300 chicas asesinadas por año y nos encontramos con un Gobierno que dice que no existe el femicidio", declaró en una entrevista radial.

Durante la jornada, referentes como Thelma Fardín denunciaron el retroceso en políticas públicas de género y la falta de acceso a la justicia para las víctimas. Fardín, quien impulsó una causa judicial por abuso sexual, destacó la importancia de las redes de apoyo y criticó el desfinanciamiento de programas estatales. "La justicia sigue fallando. Pero la sociedad no puede fallar. Creele. Eso es lo primero que puede ser reparador", afirmó.

Organizaciones como el CELS resaltaron la transformación institucional y social que generó el movimiento Ni Una Menos, señalando que la lucha feminista logró instalar la problemática en la agenda pública y promover cambios legislativos. Sin embargo, advirtieron sobre los desafíos actuales, como el aumento de transfemicidios y la reducción de políticas de protección.

La marcha de 2025 evidenció la vigencia y la fuerza del reclamo colectivo, en un contexto de tensiones políticas y sociales. Los participantes coincidieron en la necesidad de mantener la memoria activa y continuar exigiendo justicia y políticas efectivas para erradicar la violencia de género.