El histórico estadio Luna Park de Buenos Aires, declarado Monumento Histórico Nacional, enfrenta una polémica por un proyecto de demolición y reconstrucción impulsado por la empresa DF Entertainment. La iniciativa, que busca aumentar la capacidad del estadio de 8,400 a 13,000 espectadores y duplicar su altura, ha generado críticas por violar normativas de protección histórica tanto a nivel local como nacional.

El estadio, propiedad del Arzobispado de Buenos Aires y la congregación salesiana, fue concesionado a DF Entertainment por 20 años, con una inversión inicial de 34 millones de dólares. Sin embargo, la Comisión Nacional de Monumentos aprobó el proyecto en enero de 2025 en un proceso que ha sido cuestionado por su rapidez y falta de estudios técnicos detallados. Además, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires aún debe decidir si autoriza las obras.

La muerte del papa Francisco ha detenido temporalmente el avance del proyecto, ya que el Vaticano debe dar su aprobación final. Antes de su fallecimiento, la Santa Sede había iniciado una auditoría legal para investigar por qué se eligió una propuesta que infringe leyes locales y nacionales. Según fuentes del Vaticano, el proyecto podría contravenir artículos de la Constitución de la Ciudad, la Ley 1.777 y el Código de Edificación, que protegen el patrimonio cultural porteño.

Organizaciones civiles como Basta de Demoler han criticado duramente la iniciativa, señalando que altera la estructura y la fachada del estadio, lo que está prohibido por su estatus de Monumento Histórico Nacional. Por su parte, DF Entertainment defiende el proyecto como una modernización necesaria para mantener la relevancia del Luna Park en el contexto cultural actual.

El Arzobispado y la congregación salesiana han emitido comunicados asegurando que el proyecto respeta el patrimonio cultural del estadio. Sin embargo, las investigaciones en curso y la pausa en el funcionamiento de los dicasterios del Vaticano añaden incertidumbre al futuro del icónico recinto.

El Luna Park, construido en 1931, ha sido un símbolo cultural y deportivo de Buenos Aires, albergando eventos históricos a lo largo de las décadas. Su posible transformación plantea un debate sobre la preservación del patrimonio frente a las demandas de modernización y desarrollo.