La detención domiciliaria de Cristina Fernández de Kirchner, tras la ratificación de su condena por corrupción en la obra pública, ha sacudido el tablero político argentino. La ex presidenta, ahora inhabilitada de por vida para ejercer cargos públicos, enfrenta su nueva situación desde su domicilio en la calle San José, mientras el peronismo y la oposición procesan el impacto de este hecho sin precedentes.

La reacción social fue inmediata: más de 150 mil personas se congregaron en Plaza de Mayo para expresar su apoyo a la líder opositora, en una de las movilizaciones más grandes de los últimos años. En su discurso, Cristina Kirchner denunció una "proscripción" y llamó a la resistencia, afirmando: “Vamos a volver con más sabiduría, con más unidad y con más fuerza”.

El fallo judicial, confirmado por la Corte Suprema, se centra en delitos relacionados con la administración de fondos públicos y ha sido interpretado por sus seguidores como una maniobra política para excluirla del escenario electoral. Sin embargo, sectores opositores y parte de la prensa subrayan la gravedad de los hechos y la necesidad de proteger al Estado de futuros desvíos de recursos.

La detención ha reconfigurado el mapa interno del peronismo. Analistas coinciden en que, aunque la figura de Cristina se fortalece simbólicamente, su capacidad de conducción efectiva queda limitada. Axel Kicillof, Sergio Massa y Máximo Kirchner aparecen como posibles sucesores, pero la falta de consenso y las tensiones internas dificultan la renovación del liderazgo.

El gobierno de Javier Milei observa la situación como una oportunidad para consolidar su poder, mientras la polarización política se intensifica de cara a las próximas elecciones. La comparación con otros líderes latinoamericanos condenados, como Lula da Silva y Rafael Correa, alimenta el debate sobre el futuro del peronismo y la vigencia de Cristina Kirchner como referente opositor.

En este contexto, el peronismo enfrenta el desafío de mantener la unidad y evitar una fragmentación que podría debilitar su rol como principal fuerza opositora. El desenlace de las próximas elecciones bonaerenses y nacionales será clave para definir el rumbo del espacio y el peso político de Cristina Kirchner en la nueva etapa.