El gobierno de Javier Milei atraviesa una etapa de creciente tensión política y económica, marcada por la búsqueda de estabilidad macroeconómica y la exhibición de un superávit fiscal. Sin embargo, la sostenibilidad de estos logros es puesta en duda tanto por analistas locales como internacionales, quienes advierten sobre los altos costos sociales y la falta de respaldo estructural.

En el plano político, la administración Milei enfrenta la pérdida de aliados provinciales y una creciente fragmentación en el Congreso, lo que complica la aprobación de reformas clave. La estrategia oficialista, basada en la confrontación y la polarización, ha generado tensiones con gobernadores y legisladores, mientras la oposición gana iniciativa y desafía la agenda del Ejecutivo. "El Gobierno necesita votos prestados en el Congreso para avanzar, pero la política de la identidad que castiga a ajenos está complicando esa posibilidad", advierte un análisis de La Nación.

El 9 de julio, fecha patria, marca el fin de la emergencia pública y un año de la Ley Bases, obligando al gobierno a redefinir su hoja de ruta. En este contexto, el oficialismo busca consolidar su base electoral mediante alianzas con sectores evangélicos, aunque enfrenta críticas incluso dentro de ese ámbito. "Deje de actuar como el Faraón y escuche al pueblo que sufre", reclamaron organizaciones evangélicas en un comunicado reciente.

En el frente económico, el mercado internacional mantiene una fuerte desconfianza hacia Argentina, comparando su situación con la de países en crisis como Ucrania o la Autoridad Palestina. La falta de previsibilidad y la incertidumbre sobre la sostenibilidad del plan económico alimentan la fuga de capitales y dificultan la llegada de inversiones. "El gobierno más pro-mercado de las últimas décadas enfrenta la desconfianza de ese mismo mercado", señala Cadena3.

A esto se suman escándalos de corrupción, como el caso $Libra y las valijas no controladas, que erosionan la imagen del gobierno y alimentan la percepción de continuidad de prácticas cuestionadas del pasado. La fatiga social, producto del ajuste y la recesión, amenaza con debilitar el consenso inicial que permitió al oficialismo avanzar en sus primeras reformas.

De cara a los próximos meses, el gobierno de Milei enfrenta el desafío de mantener la estabilidad económica sin perder apoyo político y social, en un escenario de alta polarización y fragmentación. La capacidad de construir consensos y evitar el aislamiento será clave para la viabilidad de su proyecto.