El debate sobre el momento ideal para cepillarse los dientes, antes o después del desayuno, continúa generando opiniones divididas entre expertos en salud bucal. Durante la noche, la producción de saliva disminuye, lo que favorece la proliferación de bacterias en la boca. Cepillarse al despertar ayuda a eliminar esta carga bacteriana y activa la producción de saliva, que protege el esmalte dental al neutralizar ácidos y remineralizar los dientes.

Por otro lado, cepillarse después del desayuno permite remover restos de comida, pero puede dañar el esmalte si se realiza inmediatamente tras consumir alimentos ácidos como jugos cítricos o café. Según la Mayo Clinic, estos productos debilitan temporalmente el esmalte, y cepillarse en ese momento puede causar desgaste microscópico. En estos casos, los especialistas recomiendan esperar entre 30 y 60 minutos para que la saliva recupere el pH normal o, como alternativa, enjuagar la boca con agua antes del cepillado.

El uso de flúor en las pastas dentales es considerado un pilar fundamental en la prevención de caries. Aldo Squassi, vicedecano de la Facultad de Odontología de la Universidad de Buenos Aires, explica que el flúor ayuda a remineralizar el esmalte y a reducir la velocidad de progresión de las caries. Sin embargo, advierte que enjuagarse con agua inmediatamente después del cepillado puede disminuir la efectividad del flúor.

Belén Barrego, médica de familia y docente en la Universidad Austral, subraya que la técnica y el tiempo dedicado al cepillado son más importantes que la frecuencia. Aunque se recomienda cepillarse al menos dos veces al día, la calidad de la higiene bucal es lo que realmente marca la diferencia. Barrego también enfatiza la importancia de iniciar la higiene bucal desde la infancia, incluso antes de la aparición de los primeros dientes, utilizando productos y técnicas adecuadas para cada etapa.

En conclusión, la elección del momento para cepillarse los dientes depende de factores como los hábitos alimenticios y las características individuales. Lo más importante es mantener una rutina de higiene bucal adecuada, que incluya el uso de flúor, una técnica correcta y visitas regulares al dentista. Estas prácticas no solo previenen caries y enfermedades periodontales, sino que también contribuyen a una mejor salud general.