El mercado cambiario argentino vivió una jornada de alta tensión tras las declaraciones del ministro de Economía, Luis Caputo, quien desafió públicamente a quienes consideran barato el dólar. "Comprá, no te la pierdas, campeón", expresó Caputo durante un evento en la Universidad Austral, en un mensaje que rápidamente fue interpretado como una invitación a apostar por la divisa estadounidense.

La reacción no se hizo esperar: en las dos primeras jornadas de julio, el dólar minorista subió 30 pesos y alcanzó los $1.245 en el Banco Nación, el valor más alto del año. El dólar blue y los financieros también se alinearon en torno a ese nivel, mientras que el volumen operado en el segmento de contado superó los US$ 400 millones y en futuros se negociaron más de US$ 1.200 millones. Analistas del mercado interpretaron la suba como una respuesta directa a las palabras del ministro y a la creciente incertidumbre sobre la política cambiaria.

El gobierno, por su parte, intervino en el mercado de futuros para contener la escalada, destinando hasta US$ 2.000 millones en mayo, según datos de consultoras privadas. Sin embargo, la presión sobre el tipo de cambio persiste, alimentada por factores estacionales como el pago de aguinaldos y la liquidación récord del sector agroexportador, que en junio aportó US$ 3.706 millones.

En paralelo, informes de bancos internacionales como JP Morgan y opiniones de economistas como Domingo Cavallo cuestionaron la sostenibilidad del esquema cambiario y advirtieron sobre la sobrevaluación del peso. Caputo, en respuesta, acusó a empresarios, periodistas y analistas de formar un "club de devaluadores" que busca desestabilizar al gobierno.

El contexto electoral y la volatilidad global suman incertidumbre. Mientras el oficialismo defiende la libre flotación del dólar y descarta riesgos de crisis, el mercado percibe una intervención oficial más activa de lo declarado. Analistas prevén que la tensión cambiaria continuará en las próximas semanas, con posibles episodios de mayor volatilidad y presión sobre el tipo de cambio.

La situación actual revive recuerdos de crisis pasadas, aunque el gobierno insiste en que las condiciones son diferentes. El desenlace dependerá de la capacidad oficial para sostener la confianza y evitar una escalada mayor en la demanda de dólares.