Soledad García Rossi, una mujer de 46 años oriunda de La Plata, continúa la búsqueda de su familia biológica tras descubrir que fue apropiada en 1979, en un contexto donde la entrega de bebés fuera de los circuitos legales era una práctica frecuente en Argentina. La noche del 25 de junio de ese año, Soledad fue entregada a sus padres de crianza por un familiar, sin trámites legales ni intercambio de dinero. “¿Quieren adoptarla? La mamá no puede tenerla”, fue la frase que marcó el inicio de una vida signada por la búsqueda de identidad.

Desde pequeña, Soledad supo que era adoptada, aunque desconocía la ilegalidad del proceso. “Vos sos adoptada, pero ese dato no figura en tu partida de nacimiento”, le repetía su madre de crianza. No fue hasta 2020, al ver videos de una ONG, que comprendió que su caso era una apropiación y no una adopción legal. “Ahí le puse nombre a lo que me pasó”, relata.

A lo largo de más de dos décadas, Soledad ha intentado encontrar a su familia biológica. En 2015 dejó su muestra en el Banco Nacional de Datos Genéticos, pero no obtuvo compatibilidades. En 2021, creó un grupo de Facebook y condujo un programa de radio para ayudar a otras personas en búsquedas similares. “Yo ya tengo mi vida hecha, pero necesito saber quién soy, cuándo nací y de dónde vengo”, afirma.

El caso de Soledad pone en relieve la problemática del tráfico de bebés y la importancia de la Ley de Identidad Biológica y de Origen, actualmente en debate en la provincia de Buenos Aires. “No fue adopción: fue una apropiación”, sostiene, diferenciando su historia de los casos ligados exclusivamente a la dictadura. Su testimonio ha motivado a otros a iniciar búsquedas y a reclamar el derecho a la identidad, en un país donde miles de personas aún desconocen su verdadero origen.