La superpoblación de carpinchos en la zona norte del Gran Buenos Aires, especialmente en barrios privados como Nordelta, ha reavivado un intenso debate entre autoridades, vecinos y ambientalistas. El secretario de Turismo, Ambiente y Deportes, Daniel Scioli, anunció que el gobierno nacional planea trasladar a más de 3.000 ejemplares a un santuario en una isla del Delta del Paraná, con el objetivo de reducir los conflictos generados por la convivencia entre humanos y estos animales.

Según Scioli, la medida busca proteger tanto a los carpinchos como a los habitantes de la zona, donde se han reportado accidentes de tránsito, mordeduras y daños a la propiedad. “Nuestra intención es implementar un programa de traslocación para llevarlos a un hábitat donde puedan alimentarse de pasto, reubicándolos en una isla, que idealmente pueda ser en San Fernando o Tigre”, explicó el funcionario, quien aseguró que el procedimiento se realizará en acuerdo con las familias y con seguimiento de especialistas.

Sin embargo, la propuesta generó fuertes críticas. Malena Galmarini, referente política de Tigre, acusó a Scioli de “oportunismo electoral” y reclamó una solución integral y consensuada. “Esto no se resuelve con marketing ni con oportunismo electoral”, afirmó Galmarini, quien impulsa una mesa de diálogo que incluya a vecinos, expertos, organizaciones proteccionistas y autoridades locales. Además, denunció que la iniciativa responde a intereses políticos y no a una verdadera preocupación ambiental.

Por su parte, organizaciones vecinales y ambientalistas manifestaron su rechazo al traslado forzado de los animales, advirtiendo sobre posibles violaciones a leyes ambientales y de maltrato animal. “No cumple con lo que dice el Gobierno. Podemos citar la Ley de Maltrato Animal, la Ley General de Medio Ambiente, la Ley de Flora y Fauna”, señaló una representante de la organización Carpinchos Nordelta.

Expertos en gestión ambiental, como Emilio Spataro de la Red Nacional de Humedales, sostienen que la urbanización sobre humedales favoreció la presencia de carpinchos y que la relocalización podría no ser efectiva a largo plazo. Proponen, en cambio, modelos de convivencia que incluyan corredores biológicos y micro reservas.

El conflicto, que se intensificó tras el crecimiento inmobiliario en la región, ha llevado a la implementación de otras medidas, como la vacunación anticonceptiva para controlar la población de carpinchos. Sin embargo, la falta de consenso y la persistencia de posturas enfrentadas mantienen abierto el debate sobre la mejor forma de abordar la convivencia entre humanos y fauna autóctona en el norte bonaerense.