La reciente controversia por la explotación petrolera en las Islas Malvinas reavivó la histórica disputa de soberanía entre Argentina y el Reino Unido, sumando esta vez la participación de una empresa israelí y la reacción diplomática de Israel. El anuncio de la empresa Navitas Petroleum, que a través de su filial británica planea desarrollar el yacimiento Sea Lion en el Atlántico Sur, motivó una protesta formal de la Cancillería argentina, que considera ilegítimas todas las actividades de exploración y explotación de recursos naturales en la zona en disputa sin autorización argentina.

El canciller argentino Pablo Quirno destacó el reconocimiento explícito del canciller israelí Gideon Sa’ar sobre la existencia de la controversia y la necesidad de resolverla mediante el diálogo y conforme al derecho internacional y las resoluciones de la ONU. “Valoro las declaraciones del Canciller del Estado de Israel, Gideon Sa’ar, en las que reconoce la existencia de una disputa de soberanía entre la Argentina y el Reino Unido”, expresó Quirno en redes sociales, subrayando que la cuestión debe resolverse por medios pacíficos.

Por su parte, Sa’ar aclaró que el Estado de Israel no está involucrado en el proyecto de Navitas Petroleum, enfatizando que se trata de una empresa privada y lamentando el malestar generado en la Argentina. “Israel espera que la disputa entre la Argentina y el Reino Unido se resuelva mediante el diálogo entre las partes y por medios pacíficos”, afirmó el canciller israelí, quien también destacó la relación especial y sólida entre ambos países bajo el liderazgo de Javier Milei.

El gobierno argentino reiteró que continuará adoptando todas las medidas necesarias para impedir iniciativas unilaterales en la zona en disputa, en línea con su posición histórica y las resoluciones de la ONU. Además, extendió su reclamo no solo al Reino Unido, sino también a las empresas involucradas y a los Estados con los que estas mantienen vínculos.

El Reino Unido, a través de mensajes oficiales, reafirmó el derecho a la autodeterminación de los isleños, postura que Argentina y la ONU no reconocen. El episodio evidenció la centralidad de la cuestión Malvinas en la política exterior argentina y la sensibilidad que generan los proyectos energéticos en la región, así como la importancia de mantener canales diplomáticos abiertos para evitar una escalada del conflicto. El vínculo entre Argentina e Israel, fortalecido en los últimos años, permitió encauzar el episodio dentro de los márgenes habituales de la diplomacia, sin afectar la relación bilateral.