La Escalera Imperial, uno de los monumentos más emblemáticos de Mar del Plata, fue objeto de vandalismo apenas horas después de su reinauguración, tras un extenso proceso de restauración que involucró a equipos municipales, privados y la comunidad local. El sábado, la ciudad celebró con un acto multitudinario la recuperación de esta joya patrimonial, ubicada en el Paseo Hermitage, con la presencia de autoridades, vecinos, la Guardia del Mar, la Banda de Música del Área Naval Atlántico y descendientes del paisajista Carlos Thays, creador del proyecto original en 1903.

La restauración, que demandó entre ocho meses y tres años según distintas fuentes, incluyó la reconstrucción de pasamanos, balaustres, escalones, descansos, pilares y la colocación de 15 farolas ornamentales y 24 copones, además de la restauración de un copón francés de gran valor histórico. El evento de reinauguración fue acompañado por recreaciones históricas, música y la participación de instituciones educativas, que contribuyeron a la señalización y puesta en valor del sitio.

Sin embargo, la alegría duró poco. En la madrugada del domingo, la Escalera Imperial fue vandalizada: varios copones ornamentales fueron destruidos y las plantas recientemente colocadas resultaron dañadas. El intendente Guillermo Montenegro denunció el hecho en sus redes sociales, calificando a los responsables como “inadaptados” y anunciando la presentación de una denuncia penal para identificar a los autores. “No merecen vivir en Mar del Plata”, expresó Montenegro, visiblemente indignado por el ataque al patrimonio local.

El hecho generó un fuerte repudio entre autoridades y vecinos, quienes destacaron el valor histórico y simbólico de la Escalera Imperial como último vestigio del antiguo Paseo General Paz y parte fundamental de la identidad marplatense. La restauración se realizó a partir de una exhaustiva investigación histórica, con la colaboración de descendientes de Thays y la utilización de documentos originales conservados en el Archivo Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.

El acto vandálico reavivó el debate sobre la protección del patrimonio urbano y la necesidad de fortalecer la conciencia ciudadana respecto al cuidado de los bienes históricos. Las autoridades locales reiteraron su compromiso con la preservación y anunciaron medidas para evitar futuros daños, mientras la comunidad expresó su indignación y tristeza por la destrucción de un símbolo tan querido de la ciudad.