El gobierno de Javier Milei ha iniciado una serie de reformas orientadas a consolidar la estabilidad macroeconómica en Argentina, tomando como referencia el modelo chileno de disciplina fiscal y baja inflación. En los últimos días, el Banco Central anunció el comienzo de una "nueva fase" en el programa monetario, con el objetivo de acumular reservas y establecer una flotación cambiaria más realista, ajustada a la inflación. Esta estrategia busca sentar las bases para una economía menos vulnerable a los vaivenes políticos y a la volatilidad de los mercados.

Paralelamente, el Poder Ejecutivo envió al Congreso un proyecto de ley que endurece el régimen penal sobre las reglas fiscales, prohibiendo la aprobación de presupuestos deficitarios y estableciendo penas de hasta diez años de prisión para funcionarios que autoricen emisión monetaria o aumentos de gasto sin respaldo. Esta iniciativa pretende blindar la política macroeconómica frente a los cambios de gobierno, evitando que la alternancia política derive en crisis recurrentes como las vividas en el pasado reciente.

La comparación con Chile es recurrente en el debate público argentino. Desde el retorno a la democracia, el país trasandino ha mantenido consensos macroeconómicos sólidos, independientemente del signo político de sus gobiernos. Esto ha permitido a Chile mantener una inflación controlada, en torno al 3-4%, y reducir de manera sostenida la pobreza y la desigualdad, a diferencia de la Argentina, donde la alternancia entre modelos liberales y peronistas ha generado discontinuidad y crisis económicas.

El viceministro de Economía, José Luis Daza, celebró en redes sociales el triunfo de la derecha en las recientes elecciones chilenas, considerándolo un avance para la libertad y la democracia en la región. Sin embargo, persisten dudas sobre la viabilidad de replicar el modelo chileno en Argentina, dadas las diferencias estructurales y culturales entre ambos países. Analistas coinciden en que el principal desafío de Milei es lograr que su proyecto de liberalismo económico tenga éxito tanto en lo económico como en lo social, y que logre continuidad más allá de su propio mandato.

El debate sobre la posibilidad de alcanzar consensos macroeconómicos duraderos en Argentina continúa abierto, en un contexto donde la estabilidad sigue siendo una meta lejana para la política y la sociedad.