La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires vivió este martes una jornada clave con la jura de los 30 legisladores electos en los comicios de mayo, en un contexto de reconfiguración política tras el retroceso del PRO y el avance del peronismo y La Libertad Avanza (LLA). El acto, que contó con la presencia de funcionarios nacionales y del gabinete porteño, marcó el inicio de una nueva etapa en el parlamento local.

Entre los principales nombres que asumieron se encuentran Leandro Santoro (PJ), Horacio Rodríguez Larreta (Volvamos Buenos Aires), Silvia Lospennato (PRO) y Vanina Biasi (FIT). La sesión estuvo marcada por gestos políticos y tensiones, como el saludo distante entre Larreta y Jorge Macri, y la reacción de Waldo Wolff ante la jura de Biasi, quien reivindicó la causa palestina.

En cuanto a la distribución de cargos, el PRO logró retener la vicepresidencia primera de la Legislatura, que seguirá en manos de Matías López, a pesar de haber caído a la tercera minoría. El peronismo, convertido en la primera fuerza con 20 bancas, obtuvo la vicepresidencia segunda, que será ocupada por Juan Pablo Modarelli. Por su parte, LLA, que se consolidó como la segunda fuerza con 13 legisladores, accedió a la vicepresidencia tercera, a cargo de Juan Pablo Arenaza.

Uno de los movimientos más relevantes fue el control de la Secretaría Administrativa, responsable del manejo de los fondos legislativos, por parte del radical Daniel Angelici, quien impuso a Christian Gribaudo en ese puesto. Este hecho refuerza la influencia de Angelici en la política porteña, a pesar de la escasa representación de la UCR en la cámara.

El reparto de cargos generó críticas y denuncias de acuerdos entre el PRO y el PJ, especialmente por parte de LLA, que consideró que se replicaron prácticas vistas en la provincia de Buenos Aires. Santoro, por su parte, subrayó la importancia de alcanzar consensos para abordar los problemas sociales de la ciudad, mientras que Larreta manifestó su intención de volver a competir por la jefatura de Gobierno en 2027.

La nueva composición de la Legislatura anticipa una etapa de mayor fragmentación y negociaciones, en la que ningún bloque cuenta con mayoría propia, lo que obligará a buscar acuerdos para la gobernabilidad y la aprobación de leyes clave.