El italiano que llegó al país sin dinero ni contactos y creó una delicia de la parrilla argentina
• La Provoleta, invento de Natalio Alba, fusionó la tradición italiana y el asado argentino 🇦🇷🧀 • Hoy es símbolo nacional, aunque la marca perdió exclusividad legal en 2008 • Orgullo familiar y legado cultural


La historia de la Provoleta, el queso argentino para la parrilla, es un ejemplo de cómo la inmigración italiana transformó la gastronomía nacional. Natalio Alba, quien llegó a Argentina en 1917 desde Rossano, Italia, identificó una oportunidad para fusionar la tradición quesera italiana con el ritual del asado argentino. Alba, proveniente de una familia dedicada a la fabricación de quesos duros, comenzó vendiendo quesos y, con el tiempo, desarrolló una receta especial que permitía asar el queso sin que se derritiera entre los barrotes de la parrilla. Así nació la Provoleta, un queso crocante por fuera y fundido por dentro, elaborado mediante la técnica de "pasta filata".
En la década de 1920, Alba abrió su primera fábrica en Lobos, provincia de Buenos Aires, y posteriormente expandió su producción a Arroyo Algodón, Córdoba, donde inauguró una planta moderna en 1945. Este paso permitió la producción a gran escala del Queso Provolone Hilado Argentino, bajo la marca Provoleta, que pronto se convirtió en un ícono de la gastronomía nacional. En 1955, la Provoleta fue incorporada al Código Alimentario Argentino y, en 1963, la marca fue registrada oficialmente. Sin embargo, en 2008, un fallo judicial declaró la marca como denominación genérica, permitiendo que otros productores utilizaran el nombre y diluyendo la exclusividad familiar.
La receta original, según Gustavo Espósito, nieto de Alba, sigue siendo única y se mantiene en la familia, aunque la producción se ha tercerizado. Espósito destaca el orgullo por el legado de su abuelo y el impacto que la Provoleta ha tenido en la cultura argentina: "La Provoleta cambió la manera de comer el asado". El queso se consolidó como el segundo plato más pedido en las parrillas del país, después del chorizo, y su presencia se extendió a nivel nacional e internacional.
La historia de la Provoleta refleja el aporte de la inmigración italiana a la identidad argentina y la capacidad de innovación en la industria alimentaria. Aunque la familia Alba lamenta la pérdida de exclusividad de la marca, celebra que el producto se haya convertido en un símbolo de la gastronomía local, fusionando dos culturas y dejando una huella perdurable en la mesa argentina.
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